07.01.2015 16:11
Hoy se ha atacado el derecho a la libertad de expresión de todos nosotros. Poco importa que la víctima directa sea el semanario francés Charlie Hebdo. Cuando se procede así se socava el legado de la Ilustración en nombre de la barbarie.
A veces no compartimos las opiniones de otros, a veces nos desagrada en lo más profundo algunas manifestaciones, pero ello no nos da ningún derecho a prohibirlas, a aniquilar a sus autores, pues por tal camino consagraríamos la tiranía. Nuestra ciudadanía desaparecería.
El atentado está en la línea del ataque informático de Corea del Norte contra Sony. Intenta socavar el régimen de libertades asociado a la democracia. Nos quiere convertir en vasallos imponiéndonos el silencio del miedo.
El terrorismo integrista ha adquirido vuelo recientemente en Francia, en parte como consecuencia de la radicalización inducida por la feroz guerra civil en Siria. Muchos hijos de la inmigración han hecho suya la causa del Califato en los países de la Europa Occidental. En el Reino Unido ya se presentó con agudeza semejante problema.
Los terroristas son portadores de una ideología maniquea simplificadora, que divide a las personas entre los partidarios sin fisuras y los otros. En el caldo de cultivo de la polarización y el enfrentamiento tratan de hacerse fuertes, sin importarles los matices de la ciudadanía.
En un día como hoy, especialmente, hemos de responder al terrorismo con nuestro más claro rechazo y con la mayor adhesión a la democracia, a los derechos ciudadanos que nos hacen personas por encima de distinciones adjetivas.
La redacción.
