LA GUERRA CENTROEUROPEA AUSTRO-TURCA (1593-1606). Por Víctor Manuel Galán Tendero.

27.08.2020 15:26

                Los Habsburgo de Viena y los otomanos se encararon a fines del siglo XVI a lo largo de una extendida y compleja frontera, en la que menudearon las incursiones y los contactos de todo tipo. No siempre se controló a sus gentes desde las respectivas cortes, ciertamente alejadas, y los uscoques de Istria y Dalmacia se comportaron con bastante independencia, por muchos lazos que mantuvieran con los Habsburgo.

                Atacaron con frecuencia a los venecianos, que lograron canalizar sus ímpetus contra los turcos de Bosnia y Hungría. Para detenerlos, el pachá de Bosnia atacó sus fortalezas, pero cayó apresado y terminó ejecutado.

                Cuando se supo la noticia en Constantinopla, el visir Sinan Bajá aconsejó la dureza al sultán Murad III, que no dudó en ordenar en 1593 la detención y muerte de los representantes diplomáticos de los Habsburgo, a los que responsabilizó de las acciones hostiles. El conflicto se convirtió en general.

                El emperador Rodolfo de Habsburgo aceptó el guante y pretendió conquistar Transilvania, regida por el príncipe Segismundo, vasallo de los otomanos.

                Se reunieron grandes recursos y en 1594 los representantes del Sacro Imperio prometieron 20.000.000 de florines por cuatro años. Otros veinte millones más aportaron los Estados de los Habsburgo y siete más el Papa y España, a pesar de sus elevados compromisos militares. Enrique IV de Francia también llegó a ofrecer algo, mientras muchos soldados de fortuna se enrolaron como voluntarios.

                Una considerable fuerza se alzó, con 20.000 soldados imperiales, 20.000 transilvanos y 10.000 húngaros. Aunque los polacos no intervinieron directamente, toleraron la ayuda cosaca contra los tártaros de Crimea. Se sondeó a Persia y a Marruecos para abrir nuevos frentes contra los otomanos.

                Éstos también contaban con fuerzas considerables, que se han cuantificado de 70 a 100.000 soldados, y atacaron por el frente meridional de la frontera, el esloveno-croata. Los imperiales trataron de capturar las fortalezas que daban acceso a Buda.

                Los otomanos cambiaron la dirección de su ataque y en septiembre de 1594 conquistaron en el frente central la plaza de Raab, en la ruta hacia Viena. Ante la reacción imperial, los otomanos descargaron sus golpes por el Noreste.

                Tras no pocos esfuerzos, las fuerzas de los Habsburgo volvieron a tomar Raab en 1598, cuando en el imperio turco cundía la rebelión. El momento parecía propicio para atacar Transilvania, con la ayuda de Miguel de Valaquia.

                Al mando del general de origen italiano Basta, las tropas de los Habsburgo irrumpieron en una Transilvania en ebullición, pero solamente en 1602 se avino el príncipe Segismundo a rendirles homenaje. Los problemas no dejaron fuera de combate a los otomanos, que se dirigieron a atacar Estiria.

                En 1602 los imperiales rindieron Pest y al año siguiente murió el sultán Mehmet III. Los persas aprovecharon para atacar con éxito Azerbaiyán y Georgia en 1604. Los otomanos parecían noqueados.

                Sin embargo, las medidas absolutistas y favorables a la Contrarreforma de los Habsburgo encendieron la rebelión de la Alta Hungría, que duró de 1604 a 1606.

                El 11 de noviembre de 1606, los dos agotados imperios firmaron el tratado de Zsitva Török, técnicamente una tregua desde el punto de vista legal islámico. Se pasó del tributo anual de los Habsburgo de 30.000 florines de 1547 al regalo voluntario de 200.000. El sultán pudo retener Kanizsa y Erlau, pero los Habsburgo pudieron construir fortalezas enfrente. Veinte años de duración tenía tal tratado. Las incursiones prosiguieron, pero muy pronto los Habsburgo tuvieron que atender a otras complicaciones.

                Bibliografía.

                Peter H. Wilson, La guerra de los Treinta Años. Una tragedia europea, 1618-1630, Madrid, 2018.