LA FRANCIA REPUBLICANA Y LA ESPAÑA ABSOLUTISTA SE ALÍAN (1796). Por Víctor Manuel Galán Tendero.
España y Francia habían sido aliadas frente a Gran Bretaña en el siglo XVIII, pero la Revolución quebró el acuerdo y condujo a ambas a la guerra. El 22 de julio de 1795 concertaron la paz de Basilea.
La Francia del Directorio se enfrentaba a importantes amenazas internas y externas, como el desafío británico, también padecido por la Monarquía española. El 18 de agosto de 1796 aparcaron sus diferencias ideológicas y se coaligaron por el tratado de San Ildefonso.
La alianza tuvo carácter defensivo y ofensivo. La guerra contra los británicos tendría un alcance verdaderamente mundial y se tocaron en sus artículos resortes valiosos para librarla.
Se comprometió el Directorio a que entrara en la misma la República Bátava, surgida en 1795 del avance de sus fuerzas en los Países Bajos. Tal Estado satélite de los franceses contaba con importantes dominios coloniales en África, Asia y América, que habían sido cedidos por el depuesto estatúder a los británicos. Otras potencias amigas del Directorio también podían ir sumándose a la alianza.
La Monarquía española se integraba de hecho en el sistema diplomático del Directorio francés, que no desaprovechó la ocasión para reforzar su capacidad de operar en el estratégico Caribe. Los navíos de guerra y los corsarios franceses podrían aprovisionarse, vender sus presas y acometer reparaciones en las españolas Cuba, Puerto Rico, Trinidad y San Agustín de Florida, si se rompieran las hostilidades. Los buques españoles también podrían hacer lo propio en las Antillas francesas.
No se le pasó por alto al Directorio la presencia en España de emigrados franceses contrarios a la Revolución, cuando la oposición absolutista todavía no había sido completamente ahogada en la misma Francia. Se exigió que ninguno de aquéllos mandara o tomara parte en buque de guerra o mercante y en cualquier unidad del ejército que colaborara con las fuerzas republicanas. La presencia de oficiales extranjeros era una nota habitual de los ejércitos del Antiguo Régimen y con esta cláusula se condicionaba la política de mandos militares de España.
La relación entre Gran Bretaña y Portugal era estrecha. El Directorio pretendió quebrantarla con la ayuda del rey de España, que debería de obligar a cerrar los puertos portugueses a los británicos para quebrantar su resistencia económica. Los franceses le dispensarían las oportunas fuerzas para lograrlo.
Se anunciaban medidas como las del Bloqueo Continental o las que condujeron a la entrada de las tropas napoleónicas en suelo peninsular en la década siguiente. El tratado de San Ildefonso no resucitó los viejos Pactos de Familia, sino que sumergió a España todavía más en la vorágine de las guerras de la Revolución, proseguidas por Napoleón.
Fuentes.
ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL.
Estado, 3370, Expediente 15, N. 4.