LA FORZADA COOPERACIÓN CASTELLANO-ARAGONESA EN EL ESTRECHO. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

05.10.2016 11:08

                

                El estrecho de Gibraltar siempre ha sido muy codiciado. Paso estratégico de primer orden, su importancia comercial es notable. En el siglo XIV el imperio de los benimerines, interesado aliado de Granada, se enfrentó con Castilla, apoyada circunstancialmente por otros reinos cristianos. La cooperación fue de la mano de la rivalidad en este caso.

                En mayo de 1339 Alfonso XI de Castilla negoció con Pedro IV de Aragón un tratado de alianza para la defensa de sus territorios frente a la amenaza de las dos potencias musulmanas, especialmente en el llamado mar del estrecho de Tarifa. De mayo a septiembre se alinearían veinte galeras armadas y ocho el resto de meses, correspondiendo al aragonés la tercera parte.

                Precisamente el 14 de abril de 1340 Alfonso XI se dirigió al rey de Aragón para comunicarle la derrota de la armada castellana frente a Ceuta y para solicitarle su ayuda naval según lo pactado. El 30 de octubre del mismo año el castellano venció en la batalla del Salado, pero con la asistencia portuguesa.

                A partir de 1341 se hicieron preparativos para conquistar Algeciras, cuyo asedio se formalizó al año siguiente. Se volvió a recordar por parte castellana al rey de Aragón su compromiso de guardar el estrecho, que acostumbró a evadir aduciendo sus disputas con Francia por las posesiones mallorquinas en el continente.

                El 16 de mayo de 1343 se advirtió de la retirada de las naves aragonesas ante el socorro benimerín a Algeciras y el 23 del mismo mes el rey castellano tuvo que responder sobre la solicitud de las diez galeras aragonesas para la guerra de Mallorca. Para suavizarlo, el 2 de agosto de 1343 Pedro IV autorizó el envío a los castellanos que asediaban la plaza de mil cahíces de trigo de Tortosa y en noviembre autorizó a sus súbditos a socorrer con alimentos y otros efectos a Alfonso XI.

                A 20 de enero de 1344 Alfonso XI se conformó con la ayuda de bienes y víveres de los aragoneses para su campamento de Algeciras. El 26 de marzo logró vencer a los granadinos en el río Palmones y Algeciras se rindió. El episodio dejó una estela de cooperación y desconfianza entre Castilla y Aragón, que en la siguiente década giraría decididamente hacia la hostilidad.