LA EXPEDICIÓN REAL DE ENRIQUE III POR TIERRAS DE FRANCIA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
El enfrentamiento entre los monarcas de Inglaterra y Francia llena muchos capítulos de la Historia de la Edad Media. Enrique III de Inglaterra tomó para sí el gobierno de Inglaterra a comienzos de 1221. Dejaba atrás los tiempos de su minoría de edad, aunque mantuviera a consejeros de la relevancia de Hubert de Burgh, al que favoreció y recompensó con ricos bienes.
Albergó el joven rey el deseo de reclamar las posesiones perdidas de Francia (las de Normandía y Anjou), que consideraba parte de su herencia. Los crecientes ingresos de sus oponentes, los monarcas de Francia, no lo disuadieron y la muerte de Luis VIII en 1226 le ofreció una oportunidad clara.
El mozo Luis IX, el futuro San Luis, no gozaba del favor de varios de sus nobles, que se volvieron hacia Enrique III a fines de 1228, especialmente el duque de Bretaña Pedro I. La regente y reina madre, la palentina Blanca de Castilla, tuvo ante sí una ardua tarea.
Todo parecía favorecer al rey de Inglaterra, que se preparó con parsimonia. El 30 de abril de 1230, al frente de un importante ejército, se embarcó en Portsmouth y el 3 de mayo llegó a Saint-Malo, donde fue recibido por el duque de Bretaña.
Sus movimientos fueron políticos y en Nantes esperó encontrarse con su madre Isabel de Angulema, casada entonces con el conde Hugo de Lusignan. Su consejero Hubert le había recomendado prudencia, no exponiéndose a dar batalla en tierras normandas y dirigirse a Poitou, donde los Lusignan disfrutaban de gran preeminencia.
Las fuerzas de Luis IX no permanecieron inactivas. Se desplegaron en Angers para entorpecer los movimientos en Poitou de Enrique III, que aguardó refuerzos en Nantes. Entonces, se situaron aquéllas a menos de veinte kilómetros de la ciudad, en el castillo de Oudon.
En Poitou, los barones le rindieron generalmente pleitesía a Enrique III y al terminar el mes de junio las fuerzas de Luis IX tuvieron que atender otros compromisos militares. Se dirigió el rey de Inglaterra hacia el condado de Anjou y antes de finalizar julio conquistó el poitevino castillo de Mirabeau.
Prosiguió su marcha hacia la estratégica Gascuña, donde recibió también el homenaje de varios nobles. Enrique III no fue más allá y decidió retornar a la bretona Nantes. Había comprobado tanto las simpatías que despertaba como la limitación de sus medios y retornó a Portsmouth el 27 de octubre de 1230.
Dejó sus reducidas fuerzas en suelo francés al mando del duque de Bretaña y del conde de Chester. Al mismo tiempo, firmó una tregua con su oponente Luis IX, válida hasta 1234. La expedición ha sido censurada por algunos autores británicos, considerada un auténtico fracaso, pero las espadas seguían en alto entre los reyes de Inglaterra y Francia.
Bibliografía.
J. P. Davis, The Gothic King: a Biography of Henry III, Londres, 2013.
J. Gillingham, The Angevin Empire, Londres, 1984.