LA EVOLUCIÓN DE CELTIBERIA.
Hace ya muchos años, se decía a los estudiantes que los celtíberos eran el resultado del maridaje entre celtas del Norte de Europa e iberos llegados de África. Al unirse, habían dado origen a un bravo pueblo que plantó cara a la poderosa Roma. A día de hoy, nadie sostiene tal cosa. Tanto iberos como celtiberos son el resultado de complejos procesos culturales, que gracias a la arqueología conocemos cada vez mejor.
La cultura celtibérica plantea una cuestión muy similar a la de Golaseca en Italia, la de un área céltica ciertamente original. Permite superar la visión del mundo celta centrada en Hallstatt y La Tène. Autores como Lorrio la han considerado el más importante núcleo celta de la Península.
Su sistema cultural puede seguirse a través de las evidencias arqueológicas de sus necrópolis. Dos elementos característicos son las fíbulas de caballito y los puñales biglobulares. El idioma también ha sido considerado de gran importancia. El influjo de la cultura ibera es evidente en el empleo del torno, el trabajo de los metales nobles, el armamento, la moneda y la escritura, lo que le da singularidad dentro de la Europa celta.
La penetración de los grupos asociados a los campos de urnas resulta insatisfactoria para explicar completamente su formación, según varios autores. Los sustratos previos fueron de gran importancia al respecto. Se han diferenciado las siguientes etapas de la cultura celtibérica:
-Inicial o antigua, de mediados del VI a mediados del V antes de Jesucristo.
-Plena, de mediados del V a fines del III antes de Jesucristo.
-Final o tardía hasta el I antes de Jesucristo.
Las tierras altas del Este de la Meseta y el sistema Ibérico fueron su área nuclear, con el alto Tajo y el alto Jalón por un lado, y por otro el valle bajo y medio del Jiloca y el alto Duero. Se añadiría el Sur de la Celtiberia, el de las serranías de Albarracín y Cuenca o de los cursos altos del Turia, Júcar y Cabriel. El centro y el Oeste de la actual provincia de Cuenca serían de transición. Por otra parte, el valle medio del Ebro y otras áreas ya plantean no pocas dudas, ya que serían más el resultado de procesos posteriores.
En la etapa antigua surgieron poblados estables, algunos de carácter castreño y con murallas. También aparecieron las primeras necrópolis de la Meseta oriental, bien alineadas y con estelas. Sus ajuares muestran la importancia de la dedicación guerrera y la ordenación jerárquica (con las largas puntas de lanza, pero sin espadas ni puñales). Se ha relacionado su aparición con el horizonte de Cogotas I. Se han diferenciado dos áreas en este momento:
-La del Norte de Soria, la de los pelendones o cultura castreña.
-El resto sin las mismas inquietudes de fortificación.
El dominio de salinas y pastos resultó entonces esencial para conseguir riqueza y poder social.
Para la etapa plena se aprecian diferencias regionales, las de los pueblos, y la expansión en dirección al valle medio del Ebro. Se desarrolló la aristocracia, poderosa en el Moncayo, y aumentó la población según se desprende del mayor número de necrópolis. Precisamente en el alto Duero se formaron los poderosos arévacos. Las principales armas fueron patrimonio de una aristocracia guerrera.
La desaparición del armamento en las necrópolis, incluso antes de la conquista romana, se ha explicado de distintas maneras. Una sugiere que sería el resultado del paso de una sociedad gentilicia a otra más individualista, con derechos de propiedad más claros. No sería necesario reivindicar tanto el estatus, lo que se ha puesto en relación con el paso a una vida más urbana. La juventud tomaría la voz en más una ocasión.
En la etapa tardía se evolucionaría hacia formas de vida más urbanas, con procesos de unión o sinecismo. Se verificaría una clara aproximación al mundo ibero, en paralelo con otros procesos del resto de la Europa celta. La escritura se empleó de forma importante. Se ha postulado que los grupos parentales podían engarzarse en redes clientelares.
No hemos de olvidar que la expansión de la cultura celta hacia el Oeste peninsular sería favorecida por el sustrato indoeuropeo común y la riqueza ganadera. Lo cierto es que Celtiberia se nos muestra como una realidad dinámica y fascinante, ejemplo de la complejidad de la vida hispana que precedió a la romanización.
Bibliografía esencial.
BURILLO, F., Los celtíberos: etnias y estados, Barcelona, 1998.
LORRIO, A. J., Los celtíberos, Madrid-Alicante, 1997.
Víctor Manuel Galán Tendero.