LA ENDEBLE DEFENSA DE FILIPINAS EN 1788.
La España de Carlos III todavía fue un formidable imperio mundial, que al final logró mantener el dominio de las Filipinas frente a los británicos. Tras la derrota de Gran Bretaña en la guerra de independencia de Estados Unidos, parecía afianzada. Sin embargo, antes de los problemas que ocasionaría la revolución francesa, adolecía ya de importantes carencias defensivas.
Los gobernadores del extenso archipiélago filipino tuvieron motivos para la preocupación bastante serios, pues la Corona les había impuesto limitar sus gastos militares, a pesar que tenían que vérselas con la oposición de los poderes islámicos del Sur o la amenaza de otras potencias europeas. En 1786 se mantuvo con gran sacrificio el destacamento de mestizos, del que se destinaron dos compañías para custodiar a los forzados.
A Filipinas se enviaban condenados por la justicia desde hacía décadas, aunque no concibieron las autoridades españolas convertirlas en una colonia penitenciaria al modo de la primigenia Australia británica. Los intereses comerciales y de las órdenes religiosas, fundamentalmente, lo vedaron, si bien la distancia de la Península las hacía recomendables al respecto. España mandaba también reos a servir a las plazas del Norte de África y a Puerto Rico.
Los virreyes de Nueva España igualmente enviaron condenados al archipiélago, algo que causó el malestar de sus gobernadores, que pidieron afanosamente que se acrecentara el número de soldados reglados allí, aunque fueran extranjeros. Se les denegó tal petición, pero no habría inconveniente en destinar a desertores y reos por delitos graves, por muchas posibilidades de fuga que brindara Filipinas.
En tales condiciones, no resulta extraño que el regimiento de marina provincial careciera regularmente de 300 hombres. De los presentes, no bajaban de 80 los encarcelados en calabozos y de 100 los enfermos. En sus expediciones por mar se acusaba la falta de disciplina y subordinación, incapaz de atraer adhesiones. Si los naturales apenas abrazaban la dedicación militar, sus milicias locales contaban con escasa instrucción en caso de alarma.
Para remediar, en la medida de lo posible, tal cuadro, se propuso en 1788 crear al menos dos o tres compañías de marina provincial para combatir en el mar y guardar Cavite. Demasiados cometidos para tan migradas fuerzas, por mucho que Filipinas permaneciera unida a España hasta 1898.
Fuentes.
Archivo General de Simancas. Secretaría de Estado y del Despacho de Guerra, Legajo 6900, 32.
Víctor Manuel Galán Tendero.