La primera área de lucha entre los vencedores de la II Guerra Mundial fue Alemania, ocupada por los aliados tras su capitulación.
Del 4 al 11 de febrero de 1945 Churchill, Roosevelt y Stalin se reunieron en la crimeana Yalta, acordándose la división de Alemania en zonas de ocupación. La URSS dominó el sector oriental, excepto la mitad de Berlín.
Las tensiones posteriores entre la URSS y EE. UU. y sus aliados franco-británicos dieron pie a la formación de la República Federal Alemana, cuya réplica sería la RDA comunista.
En Alemania y en Berlín se enfrentaron dos modelos de sociedad, cuyo combate llegaría hasta la caída del Muro en 1989. Mientras la RFA se convertía en el motor económico de Europa bajo la interesada protección estadounidense, la RDA no logró concitar las simpatías de muchos de sus ciudadanos, prestos a votar con los pies huyendo a Occidente.
Durante décadas de encono propagandístico y maniobras políticas se temió que la división alemana se resolviera en un holocausto nuclear de fatales consecuencias. Al final no fue así la Historia. De aquellos accidentados años de la Guerra Fría conservamos un legado positivo, la preocupación ecopacifista centroeuropea.