LA CUENCA NORTEAMERICANA. Por Olivier Soriano Sierra.
La Cuenca norteamericana
El primer asentamiento europeo en el interior de los actuales Estados Unidos.
Durante la primera mitad del siglo XVI, los conquistadores españoles fracasaron en varios esfuerzos para colonizar lo que hoy es el sureste de Estados Unidos, (León [1521], Ayllón [1526], Narváez [1528], de Soto [1539–44] y Luna [1559–61]). Sin embargo en 1565-1566 Pedro Menéndez de Avilés fundó con éxito dos asentamientos en la costa atlántica al sur: San Agustín, fundada en 1565 (primer asentamiento europeo en los Estados Unidos que ha seguido habitado hasta nuestros días), y Santa Elena, fundada en abril de 1566. Cuando Felipe II se enteró de este éxito, ordenó refuerzos para la nueva colonia.
En julio de 1566, el capitán conquense Juan Pardo llegó a Santa Elena con una compañía de 250 soldados. Pocos meses después, en Noviembre partió con 125 hombres para explorar la región, reclamar las tierras para España y encontrar una ruta por tierra desde Santa Elena a las minas de plata de Zacatecas, norte de México.
En enero de 1567, Pardo y su compañía llegaron a Joara (Xuala), un gran pueblo nativo situado en el alto valle del Catawba, cerca del borde oriental de los Montes Apalaches. Pardo reclamó las tierras para España, renombró este asentamiento como Ciudad de Cuenca, nombre de su ciudad natal y construyó la fortaleza de San Juan. Sería el primer asentamiento europeo en el interior de los actuales Estados Unidos.
Durante la mayor parte de los dieciocho meses que los soldados españoles vivieron en Joara, existieron relaciones amistosas con los nativos, incluso los españoles acompañaron a guerreros nativos en los ataques a los jefes nativos hostiles de todos los Apalaches en Tennessee y Virginia. Sin embargo en los meses después de la partida de Pardo, las relaciones entre el Fuerte de San Juan y al pueblo de Joara tomaron un giro desastroso, posiblemente por la demanda de comida y/o la excesiva afición de los conquistadores por las mujeres nativas la que desató el enfado de los indígenas. En mayo de 1568, llegó la noticia a Santa Elena que los indios habían atacado y destruido el fuerte de San Juan. Con ello se iba el intento de España para colonizar estas fronteras norteñas de la Florida, de hecho, pasarían más de un siglo antes de que los demás europeos penetraran tan lejos en los Apalaches del sur.
No hace mucho un equipo con investigadores de la Universidad de Tulane, la Universidad de Michigan y el Colegio Warren Wilson sacó a la luz parte del foso defensivo del fuerte, localizado en un zona próxima de la actual ciudad de Morganton, en Carolina del Norte, así como utensilios de los soldados españoles: clavos de hierro, munición de arcabuz, cerámica dorada y ganchos para sujetar vainas de espada al cinturón. Dicha fortificación está ubicada a menos de 50 kilómetros del punto donde en siglo XIX se encontró un gigantesco yacimiento de oro, con pepitas de hasta 13 kilos. Según el arqueólogo estadounidense Robin Beck, de no haber sido por la prematura marcha de los españoles tras la destrucción del fuerte por parte de los indios, el imperio de Felipe II hubiera podido encontrar el yacimiento, su control y el monopolio de América del Norte.
Más información:
The Juan Paro expeditions: Exploration of the Carolinas and Tennessee, 1566-1568 por Charles Hudson. eISBN: 978-0-8173-8321-3
Pequeño documental (en inglés): https://www.youtube.com/watch?v=1CEMHj7f-i0