LA CHIPRE VENECIANA. Por James Really.
La isla de Chipre ocupa una posición estratégica de primer orden en el Mediterráneo oriental entre la península de los Balcanes e islas adyacentes, el Oriente Próximo y Egipto. Desde la Antigüedad atrajo a muchos conquistadores deseosos de dominar las grandes rutas comerciales de este valioso rincón del Mare Nostrum.
La república de Venecia fue entre los siglos XII y XVII una de las grandes potencias navales mediterráneas, empeñada en duros y largos enfrentamientos con otras. El declive del imperio bizantino, el establecimiento de reinos cruzados y el crecimiento del poder otomano animaron a los venecianos a reforzar sus posiciones mercantiles y políticas en el Oriente del Mediterráneo, clave en la consecución de productos tan valiosos como las especias hasta principios del siglo XVI.
En Chipre la dinastía de los Lusignan había establecido un reino cruzado y latino en 1192, que había conseguido sobrevivir a la ruina de los de Tierra Santa. Los astutos venecianos entablaron relaciones de todo tipo con ellos. En 1469 el rey Jacobo II, esposado con la aristócrata veneciana Caterina Cornaro, se puso bajo la protección de la Serenísima. Cuando murió en 1472, Caterina se haría cargo del gobierno del tambaleante reino. Sería forzada a abdicar en 1489 y a entregar el poder sobre la isla a Venecia.
Varios historiadores son de la opinión que los venecianos dispusieron de un verdadero imperio colonial en el Mediterráneo oriental, entendido como un sistema de dominio tributario, hegemonía comercial y subordinación política. Establecieron la sede de su autoridad insular en la ciudad de Nicosia, donde residía un lugarteniente escogido por dos años. Disponía del asesoramiento de dos consejeros, uno por anualidad, que conformaban el corazón del gobierno o del regimiento chipriota. Los venecianos supieron aprovechar las instituciones precedentes y mantuvieron el sistema de administración territorial de distritos de los Lusignan.
No alteraron en lo sustancial la configuración social de nobles dotados de extensos patrimonios, ciudadanos acaudalados en las grandes poblaciones y campesinos sometidos en un grado variable a las exacciones señoriales, sino que la adaptaron a sus propósitos. Los aristócratas venecianos entroncaron con los grandes magnates chipriotas y los campesinos tuvieron que cargar con un pesado fardo tributario, origen de no pocos descontentos. Se ha estimado que casi la mitad de los más de 100.000 habitantes de la isla a comienzos del siglo XVI eran siervos de cultura griega sometidos a la aristocracia de origen franco. La quinta parte de la población vivía en las ciudades.
Chipre debía de proporcionar excedentes para el comercio y cantidades de dinero a la Serenísima, que tomó como modélicas de su proceder las plantaciones en Kolossi de la orden de San Juan. Se mimó el cultivo de algodón y de la caña de azúcar, pese a la competencia de las islas atlánticas bajo dominio portugués y español. Sin embargo, no se descuidó la plantación de cereales y los trigos chipriotas evitaron el hambre en más de una ocasión en la populosa Venecia del siglo XVI.
Los venecianos no se olvidaron de impulsar el catolicismo en la ortodoxa Chipre. Tras el concilio de Trento los monasterios de raigambre griega fueron sometidos a inspección. En Famagusta los grandes comerciantes se desprendieron de enormes cantidades para convertir a la bella ciudad en el distrito de las iglesias. El descontento se agravó.
Algunos chipriotas ya habían reclamado la ayuda del emperador germánico para liberarse de la dominación veneciana e incluso tantearon otras posibilidades. Los mamelucos egipcios les habían impuesto en el pasado el pago de un tributo de unos 8.000 ducados, pero a comienzos del XVI una nueva y agresiva potencia islámica se fijó en Chipre con intenciones poco protectoras, el imperio otomano.
En 1539 los turcos desembarcaron en Limassol y la alarma cundió por toda la isla. Los venecianos realizaron un enorme esfuerzo de fortificación de las grandes ciudades como Famagusta, dotándolas de los modernos sistemas de baluartes en forma de estrella, aptos para aguantar un bombardeo artillero con entereza.
Aprovechando un momento de respiro en otros frentes, los turcos lanzaron una fuerte campaña de conquista en 1570. Venecia se alió con España y el Papado en la Liga Santa, que lograría derrotar a los otomanos en Lepanto, aunque no la pérdida de Chipre. El comandante de Famagusta y de la isla, Marco Antonio Bragadino, sería atormentado hasta la muerte. Se le arrancó la piel y se rellenó su cuerpo con paja. En 1573 los venecianos se retiraron de sus últimas posiciones en esta apetecida joya del Mediterráneo llamada Chipre.