LA CELEBRACIÓN DEL SOLSTICIO DE VERANO EN LA GRANADA NAZARÍ. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
El solsticio de verano ha sido celebrado con agasajo y placer por distintas civilizaciones. Entre los musulmanes, con independencia de su calendario lunar, tan singular fiesta ha recibido el nombre de Mahrrayan. El maestro de la elegancia de la corte de Abd al-Rahman II, Ziryab, la introdujo en Al-Ándalus, donde fue asimilada con la Ansara o el San Juan atesorado por los mozárabes, en recuerdo de cuando Josué detuvo el sol. Así se le conoció en tierras del emirato de Granada durante la Baja Edad Media. Ayudó sobremanera a tal aceptación la consideración islámica de Juan el Bautista como profeta
Entre las gentes de Granada, tal fiesta era bastante transversal socialmente, cohesiva incluso, pues entre las personas era común intercambiarse regalos. La organización de festejos populares por los emires hemos de entenderla dentro de tal intercambio de presentes. En la mañana de tal jornada, se hacían juegos caballerescos de combate y ruptura de lanzas, bien presentes en los romances castellanos.
Sintomáticamente, los menos pudientes se ataviaban con disfraces para disfrutar en las calles con los demás, al igual que sucedía en las celebraciones del equinoccio de primavera. Grupos de mujeres y hombres concurrían juntos con mayor libertad, inquietando a más de una autoridad. Entonces, muchas mujeres aprovechaban para regar sus casas y más de uno impregnaba sus ropas con agua para propiciar la buena fortuna.
Coincidiendo con la eclosión de la naturaleza, los poetas cantaban las gracias de la tierra y los dones de las plantas. No en vano, las hierbas olorosas servían para condimentar los manjares de la jornada, como buñuelos y almojábanas. Los más severos alfaquíes, a veces, censuraban el empleo de tales hierbas.
Al igual que en otros territorios, también se encendían luminarias para celebrar tan significada fiesta.
Para saber más.
Mojtar Abbadi, “Las fiestas profanas y religiosas en el Reino de Granada”, Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, T. XIVJ, Granada, 1965, pp. 89-96.