LA ADVERSA DISTANCIA EN EL IMPERIO ESPAÑOL, NUEVO MÉXICO.

06.11.2018 15:29

                Para muchos viajeros extranjeros, España fue un país poco poblado en el siglo XVII, con grandes extensiones de territorio con baja densidad demográfica. Sin embargo, el mayor problema al respecto para el imperio español se planteaba en las Américas, donde las distancias enormes desafiaban su dominio. El territorio de Nuevo México fue uno de aquellas áreas de complicadísimo control.

                En 1598 partió desde el núcleo novohispano hasta allí el español nacido en Indias Juan de Oñate al frente de una expedición de entrada y descubrimiento. Fundó localidades como San Juan de los Caballeros y emprendió un colosal esfuerzo de exploración y organización.

                Entre la ciudad de México, sede del virreinato de la Nueva España, y aquellas tierras se extendían más de setecientas leguas de terrenos accidentados sin minas de metales preciosos, que tanto atraían a la colonización hispana. Los españoles de Nuevo México se encontraban en una verdadera avanzada imperial, muy lejos de sus núcleos de máximo poder.

                El virrey Luis de Velasco el Joven era consciente del problema, y en 1608 recibió a un fraile franciscano que le informó de la penosa situación de los españoles en aquel distante territorio. Para tomar las mejores decisiones, reunió una junta de oidores de la Audiencia de México, que no dejaría de sopesar el proceder del gobernador Oñate.

                Los vecinos soldados habían agotado su paciencia, y solicitaron permiso para marchar de aquella tierra si no recibían ropas, caballos y ganados, además de refuerzos humanos. Los reducidos colonizadores se encontraban en medio de una inmensidad presidida por las culturas amerindias, poco inclinadas a aceptar el catolicismo.

                La difusión de la religión de los españoles hubiera concitado mayores voluntades locales, pero se acusó a los mismos frailes de carecer de interés de aprender los distintos idiomas amerindios. Desde este punto de vista, hubo un claro reproche a los evangelizadores como avanzados del imperio. La simple defensa de los mismos y de los indios amigos se cuantificó entre 450 y 500 pesos anuales, excesivos para sostenerse en una tierra pobre. En estas circunstancias, la atracción de colonos españoles fue muy complicada. El lejano Norte de la Nueva España no dejaría de ser un área con pocos hispanos.

                Fuentes.

                Archivo General de Indias, Audiencia de México, 27, N. 40.

                Víctor Manuel Galán Tendero.