HERODES EL GRANDE Y SU GUERRA CON LOS ÁRABES. Por José Hernández Zúñiga.

27.09.2014 20:36

 

                El gran Herodes, el sobresaliente monarca de los judíos, tuvo que medirse con la astuta Cleopatra y su brioso amante Marco Antonio, que juzgaron sus dominios parte de los suyos. El Egipto ptolemaico consideró Palestina una prolongación natural, y los políticos romanos a la greña contemplaron aquel país una baza fundamental para imponerse en la guerra civil.

                El ejército de los dos amantes irrumpió en los dominios herodianos, tomando el Palmeral de Jericó y alcanzando el límite de Fenicia con Siria. Cleopatra llegó al Eufrates, y Herodes se resignó a enviarle regalos de buena voluntad para aplacarla. La aborrecía, pero consideraba imprescindible estar en buenas relaciones con Marco Antonio, quizá el futuro dominador de Roma, entonces en lucha con los partos.

                Cleopatra no deseaba una paz favorable a Herodes e ideó un maquiavélico plan. Le encomendó librar una guerra contra los pueblos árabes. En caso de victoria ampliaría sus dominios y en el de derrota se libraría del molesto rey.

                Herodes concentró grandes contingentes de caballería, y cruzó el río Jordán en dirección Este. Era un comandante prudente renuente a caer en las celadas del enemigo, pero sus oficiales (muy afines a Cleopatra) instigaron a las tropas a emprender acciones osadas, que ocasionaron una sonada derrota.

                Un gran terremoto agravó considerablemente su situación en el 30 antes de Jesucristo. Judea quedó asolada, y los árabes irrumpieron con fuerza. El terror invadió a sus habitantes. Todo parecía a punto de desplomarse, pero Herodes actuó con entereza. Según Flavio Josefo arengó con elocuencia a sus seguidores y ofreció sacrificios a la divinidad, aunque fuera del Templo.

                                                        

                Nuevamente cabalgó al frente de sus tropas cuando volvió a cruzar el Jordán. En las proximidades de Filadelfia libró una batalla decisiva. Acometió a los árabes en una colina cercana, confundiendo a su caballería con su infantería. Fueron acorralados en las alturas, y durante días sufrieron la sed hasta que se rindieron.

                Herodes había vencido, pero Marco Antonio había caído derrotado en Acio ante Octavio. El político rey supo ganar su confianza en la isla de Rodas, ya libre de la molesta Cleopatra y presto a ampliar su territorio y a proseguir la reconstrucción del Templo.