HATSHEPSUT Y LA MEMORIA HISTÓRICA. Por Javier Jordá Sánchez.
El que gobernara una mujer el más importante Imperio de la Historia Antigua, el de Egipto, parece ser que no sentó muy bien a sus predecesores y a la sociedad general egipcia.
Fue la 5ª faraón de la dinastía XVIII. Reinó entre 1490 y 1468 a.C. Hija de Tutmosis I y su esposa principal Nefertari, casó a la muerte de éste con su hermanastro Tutmosis II, hijo de otra esposa de Tutmosis I. Asumió la regencia al morir su consorte, hasta que el heredero legal del cargo, Tutmosis III, hijo de una esposa secundaria, tuviera edad para gobernar.
Obtuvo el nombre de Maatkara Hatshepsut (“El espíritu de Ra es justo, la más noble de las mujeres”), o Hatshepsut Jenemetamón (“La primera de las nobles damas, unida a Amón”).
Reinó durante veintidós años, en una de las épocas más florecientes del imperio de las “Dos Tierras”.
Fomentó la relación con el reino de Mitanni y el reino de Hatti, hizo reinar la paz con Siria y Palestina, que eran grandes fuentes de comercio con Egipto y también con el Egeo. Salvó con éxito las 6 campañas militares durante su reinado; contra Nubia tres veces, contra Siria y contra Palestina dos veces; y contra el país de Mau, al sur de Nubia.
Mandó realizar con gran éxito y fama una expedición al país de Punt, con lo que consiguió grandes beneficios comerciales.
Ordenó levantar sublimes edificios como el Templo de Dyeser-Dyeseru (“sublime de los sublimes”), y en Tebas; dentro del templo de karnak, construyó la Capilla Roja e instaló grandiosos y ricos monolitos de oro y electrón.
Años después de su muerte, fue eliminada de los registros y de las listas de reyes. Sus estatuas fueron destruidas y enterradas en la arena del desierto, sus imágenes en los templos fueron borradas, las estatuas que presiden su templo fueron decapitadas y sus inscripciones fueron borradas. Desde que Hatshepsut murió hacia el año 22 de su reinado, cayó un manto de silencio sobre su figura. La mujer que había osado proclamarse faraón fue objeto de la eliminación de toda referencia a su reinado, como si éste no hubiera tenido lugar, su nombre quedó suprimido de la Lista de los Reyes. Tradicionalmente se pensaba que el responsable había sido Tutmosis III, pero investigaciones posteriores han demostrado que la operación se llevó a cabo de forma paulatina, sobre todo durante las dinastías XIX y XX.
La “Memoria Histórica” de Hatshetsup resultó incómoda para sus sucesores por motivos tan cruciales como: 1/ Que fuera mujer en el linaje faraónico presidido por hombres. 2/ Que hubiese acaparado el poder por medios inciertos, por delante de Tutmosis III, el heredero legal. 3/ Que pasase por encima de los poderes políticos y económicos con intereses propios. 4/ Que apoyase a el sector religioso, incrementando su influencia frente a otros sectores de poder. 5/ Que relegase el inicio del mandato de Tutmosis III hasta los 22 años, sujetando al mismo futuro faraón y a sus partidarios. 6/ Que tuviese en su contra a gran parte de la sociedad base egipcia por el hecho de que ser faraón mujer fuese visto como políticamente incorrecto.
Sus veintidós años de mandato lo fueron contra corriente, aun siendo un reinado muy próspero y beneficioso. Gobernó sobre gentes que no querían ser gobernados por ella, y eso lo pagó muy caro después de su muerte (o dejación de su cargo). Aquellos que no quisieron aceptarla como lo que fue, hicieron con ella lo peor que se puede hacer con un faraón, eliminar su memoria. Unos 20 años después de su muerte, sus detractores se dedicaron a erradicar todo vestigio histórico que pudiese recordar en los siglos posteriores que ella existió. De tal manera se hizo, que hasta finales del siglo XIX y principios del XX se perdió para siempre su nombre, dejó de haber existido, aunque sus grandes obras estuvieron siempre con nosotros.
Su nombre fue borrado de la historia documentada durante 3350 años. La historia fue falseada intencionadamente, los historiadores la ignoraron. Y sin embargo existió.
No es positivo transformar la historia eliminando o poniendo personajes y obras que hayan existido a nuestro gusto. La historia debe ser la que es, haya sido buena o mala. Es negativo destrozar los elementos patrimoniales que no nos gustan, debemos ser conscientes de que existieron.
Hatshetsup fue víctima de la “memoria histórica eliminada”. No lo repitamos.
Imagen de Hatshepsut eliminada de un relieve egipcio.
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