GÉRMENES, ARMAS Y SOLDADOS DURANTE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA.
El 21 de febrero de 1809, Zaragoza cayó en manos napoleónicas tras un segundo y temible asedio. La ciudad, dirigida por Palafox, se había erigido en un símbolo de la resistencia, que prodigaba numerosas publicaciones en favor de la causa.
Las enfermedades habían castigado a los zaragozanos y ahora podían encaminarse contra otras localidades, siguiendo a las tropas de los distintos ejércitos. Entre los españoles, el Ejército del Centro se encontraba lacerado por aquéllas. El traslado del regimiento de Olivenza ocasionó en Valencia más de un mal de cabeza.
Aquí se pensó emplazar fuera de sus murallas un hospital militar el 2 de marzo de 1809, pues un depósito de convalecencia en paraje ventilado evitaría graves inconvenientes. La enfermedad minaría la capacidad de resistencia frente a los napoleónicos.
La situación era tanto más delicada al carecer los españoles del número de armas suficiente. Un regimiento de infantería como el de América, desde Morella, no disponía de cartucheras. Más grave era la situación de las plazas de Tortosa y Tarragona, necesitadas de cañones. Los británicos se comprometieron a proporcionar armas a los españoles, enfrentados al círculo vicioso de escasez y amenaza.
Fuentes.
Archivo Histórico Nacional. Depósito de Guerra, 73, N. 53.
Víctor Manuel Galán Tendero.
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