FORMAS DE DOMINACIÓN DE AL-ANDALUS: PARIAS, IDEA DE RECONQUISTA Y MUDEJARISMO.
El tratado entre Sancho Garcés IV de Pamplona y Al-Muqtadir Billah de Zaragoza (abril de 1069).
“Igualmente hace saber Al-Muqtadir Billah al sobredicho su amigo el rey don Sancho, Dios le salve, que no se asociará ni coaligará con ninguna potestad, ni de cristianos ni de musulmanes, para oponerle algún impedimento o contrariedad sino que ambos estarán ligados en una fraternidad y en una caridad de modo sincero, según ya fue confirmado y roborado en la liga que con anterioridad se estableció entre ellos.
“Y para que todas sus extremaduras se conserven como están y sus tierras permanezcan bien custodiadas, cada uno vigilará con igual celo para que ningún malhechor de entre sus respectivos hombres no sea osado de poner su mano sobre el territorio de los aquí asociados, ni en secreto ni de modo manifiesto.
“Los caminos que hay entre sus respectivos dominios sean seguros y salvos y no sobrevenga ningún impedimento ni ningún daño a cuantos circulen por ellos y si algún malhechor causare en ellos algún daño, que reciba por ello tal castigo de una parte o de otra que no se atreva a repetirlo en ulterior ocasión.
(…)
“Por esto Al-Muqtadir Billah toma sobre sí el compromiso de dar a su amigo el rey don Sancho, Dios le salve, su haber cumplidamente, esto es mil monedas de buen oro todos los meses, tal y como estaba acordado en el tratado anterior; y de ellas le dará adelantadas cinco mil monedas de buen oro por los cinco meses futuros a partir del mes de abril de la era 1107; y de las sobredichas cinco mil, percibirá dos mil quinientas monedas de buen oro en el momento de firmar el pacto y las otras dos mil quinientas que faltan irá a cobrarlas a Zaragoza, por el rey, uno de sus fieles barones, al cual se le entregarán al final del próximo mes de mayo.”
Publicado por J. M. Lacarra en “Dos tratados de paz y alianza entre Sancho el de Peñalén y Moctádir de Zaragoza (1069 y 1073)”, HOMENAJE A JOHANNES VINCKE, I, Madrid, 1963, pp. 121-134.
Confidencia del conde mozárabe Sisnando Davídiz a Abd Allah de Granada antes de la toma de Toledo en el 1085.
“Yo sabía que tales eran sus propósitos, por lo que contaban sus ministros y por lo que me repitió Sisnando, con ocasión de este viaje. “Al-Ándalus –me dijo de viva voz- era en principio de los cristianos, hasta que los árabes los vencieron y los arrinconaron en Galicia, que es la región menos favorecida por la naturaleza. Por eso, ahora que pueden, desean recobrar lo que les fue arrebatado, cosa que no lograrán sino debilitándoos y con el transcurso del tiempo, pues, cuando no tengáis dinero ni soldados, nos apoderaremos del país sin ningún esfuerzo”
El siglo XI en 1ª persona. Las “Memorias” de Abd Allah, último rey zirí de Granada, destronado por los almorávides (1090). Traducidas por E. Lévi-Provençal y Emilio García Gómez, Madrid, 1980, pp. 158-159.
Promesas de Alfonso VI a los asediados musulmanes de Zaragoza (1086).
“Mientras, Alfonso estaba asediando Zaragoza, pues había jurado que no la dejaría hasta que entrase en ella –el destino, empero, se empeñaría en lo contrario. Al-Mustain, señor de Zaragoza, le había ofrecido grandes riquezas por su cese y retirada de ella, pero él rechazó todo lo rechazable.
“Él daría, a todo aquel que del Islam se le sometiese, justicia y protección, y bondad en lo privado y en lo público –pues se tomaría a pecho la equidad y la seguridad al frente de ellos. Les prometió que no estarían obligados a otras cosas que lo que la tradición islámica hacía obligatorio, y que en lo demás los dejaba en libertad. Era cosa bien sabida que él había distribuido a las gentes pobres de Toledo cien mil dinares, para que se ayudaran con ellos en la siembra y el cultivo. Entonces la gente de Zaragoza pedía aclaraciones sobre la veracidad de sus palabras y la certeza de sus hechos.”
Ibn al-Kardabus, Historia de Al-Ándalus. Edición de F. Maíllo, Madrid, 1986, p. 114.
La situación de los mudéjares zaragozanos en el 1129.
“Alfonso, emperador por la gracia de Dios, a ti Quadrat, justicia de Zaragoza, fiel mío, saludos. Sepas que me han dicho que los cristianos, cuando se van sus exaricos, dan a trabajar sus heredades a medias a otros moros, y de su mitad los cristianos dan la décima parte, pero de la mitad del moro no dan la décima a Dios; y el que hace esto no obra rectamente y es causa de fuerte pesar para mí. De modo que te digo y con energía te ordeno, que después que el exarico del cristiano se marche, mando me hagáis dar a la Santa Iglesia toda la décima, cualquiera que sea quien trabaje la heredad, toda la décima y primicia de allí den a Dios y a sus santos.
“Otra cosa te mando: que de una vez y para siempre pongas a todos nuestros clérigos en posesión de todas las heredades que fueron de las mezquitas y les hagas dueños y poseedores de ellas por la Santa Iglesia de Dios. Y te ordeno que prendes y apreses a todos los hombres que no quieran dar décimas y primicias a la Santa Iglesia. Y ya te encargué todo esto muchas otras veces y todavía no está en derecho. Y si ya más fías en mí, no vea ni oiga más quejas.
(…)
“Y te ordeno que no permitas a ningún moro ir a tierras de Valencia, y a los que se marchen sin carta, mando que los aprendáis a todos, y todo su haber para mi obra. Y según es mi confianza en ti no dejes ir de allí al moro hasta que veas mi carta sobre ello para ti, y Dios quiera que no te dejes engañar.”
Lacarra, J. M., “Documentos para el estudio de la reconquista y repoblación del valle del Ebro”, TEXTOS MEDIEVALES, 62, Zaragoza, 1982, documento 184.
Selección de los textos de Víctor Manuel Galán Tendero.