FINALIZA EL MANDATO DE ROBESPIERRE. Por Gabriel Peris Fernández.
La Revolución francesa alcanzó elevadas cotas de radicalismo entre 1793 y 1794. La guerra contra las monarquías europeas, la fuerte oposición interior de los grupos contrarrevolucionarios y los graves problemas de abastecimiento contribuyeron a la aparición de un poder autoritario. En nombre de la defensa de la Revolución emprendió una notable campaña de represión, la del Terror, cuyo símbolo más temible fue la guillotina. Robespierre fue su figura más destacada.
En teoría persistía un parlamento revolucionario capaz de refrenar los excesos del gobierno, la Convención. Sin embargo, sus miembros más moderados habían sido apartados o ejecutados. Pese a todo, los montañeses seguidores del Terror se dividieron en la Convención por razones que abarcaron de lo personal a lo más general.
Las relaciones entre el Comité de Salvación Pública, en el que figuraba Robespierre, y el Comité de Seguridad General también eran pésimas por conflictos de competencia. La centralización de la autoridad revolucionaria no se había logrado satisfactoriamente.
Robespierre tuvo la ocurrencia de llevar el conflicto ante la Convención entre el 22 y el 23 de julio de 1794, donde no encontró el apoyo esperado.
El 26 de julio pronunció un discurso que fue interpretado como una amenaza contra sus rivales, que antes de ser guillotinados se movilizaron con rapidez. Lo detuvieron, pero en su ayuda acudieron algunas secciones o agrupaciones locales de la Comuna de París, el gobierno revolucionario local.
Los días anteriores la Comuna había aprobado importantes topes o máximos salariales que disgustaron a muchos trabajadores. Las masas no se movilizaron en defensa de Robespierre y las tropas de sus contrarios se alzaron con la victoria. El 28 de julio se le condujo a la plaza de la Revolución (más tarde de la Concordia), donde se le guillotinó.
Los revolucionarios jacobinos no actuaron con la eficacia y la unidad de un partido radical de cien años después. El 24 de agosto de 1794 desapareció la concentración de autoridad apuntada y se abandonó el Terror. La Revolución entraba por otros derroteros.