FERNANDO EL DE ANTEQUERA Y LA GUERRA CON GRANADA.
“Muerto el rey su hermano (Enrique III) y ordenadas las provincias que él y la reina tenían cada uno para regir, partió para la frontera, no placiendo de ello a algunos; y por dolencia que le recreció no pudo entrar en el reino de Granada hasta finales de septiembre, y por esta causa este primer año no pudo hacer más, salvo que cercó la villa de Setenil, y como es muy fuerte y el invierno se acercaba, no la pudo ganar; pero al enviar gentes por toda la tierra hizo gran daño en el reino y ganó esta vez Asara, que es una muy noble fortaleza, Pruna, Cañete, Ortegícar y la Torre de Alhaquín, y dejando la frontera vino al rey.
“Y luego, el tercer año que el rey su hermano murió, volvió a la guerra y en el mes de mayo (de 1410) cercó Antequera, y teniéndola cercada vinieron allí con el poder del rey de Granada dos infantes, hermanos del rey moro, llamados Cid Ali y Cid Hamet, con los que el infante tuvo batalla entre dos sierras, que dicen de la Boca del Asno y, con ayuda de Dios, los moros fueron vencidos. Esta batalla comenzó don Sancho de Rojas, arzobispo de Toledo, y Juan de Velasco, camarero mayor del rey, porque posaban en un otero alto, y la parte por donde los moros venían, allí fueron luego vencidos.
“El infante con toda la gente fue por la parte de Antequera, y cuando llegó a la Boca de Asno los moros de todo punto dejaron el real. Se dicen que eran los moros cinco mil caballeros y ochenta mil peones, y murieron de ellos hasta cinco mil hombres, y no murieron más porque los castellanos se hartaron con poca victoria, y la gente común para desnudar a un moro se juntaba en veinte, y por ello el alcance no se siguió como se debía, y así los castellanos supieron vencer mas no seguir la victoria. Y en esta batalla murió un caballero muy bueno llamado Lope Ortiz de Estúñiga, alcalde mayor de Sevilla.
“Y vencida la batalla, el infante se volvió a su real; y cercó Antequera más de cinco meses, y la tomó en el mes de octubre, y ganó otras fortalezas cerca de ella, y dejó en ella por alcaide un buen caballero, criado suyo, llamado Rodrigo de Narváez.”
Fernán Pérez de Guzmán, Generaciones y semblanzas, Madrid, 1947, pp. 23-24.
Selección y adaptación al castellano actual de Víctor Manuel Galán Tendero.