FEDERICO II, UN PECULIAR EMPERADOR MEDIEVAL.
“Era un hombre astuto, trapacero, ávido, lujurioso, malicioso, irritable. Y era al mismo tiempo un hombre lleno de valor cuando quería mostrar sus bondades o amabilidades, benévolo, encantador, delicioso, activo; sabía leer, escribir, cantar y componer cantinelas y canciones; era un hombre hermoso y bien proporcionado, pero de talla media. Lo vi y lo aprecié en seguida. Sabía igualmente muchas lenguas distintas. Para terminar, diré que si hubiera sido un buen católico, hubiera amado a Dios y a la Iglesia y a su alma, hubiera habido muy pocos iguales entre los soberanos.
(…)
“Quiso saber por experiencia qué clase de lengua y de idiomas tenían los niños cuando crecen sin hablar con nadie. Y mandó a las sirvientas y a las nodrizas que dieran leche a los infantes, que les hicieran tomar el pecho, que los bañaran y los limpiaran, pero no les mimaran de ninguna manera ni les hablaran; pues quería saber si hablarían hebreo, la primera lengua que hubo, o el griego o el latín o el árabe, o bien la lengua de sus padres de los que habían nacido. Pero se esforzaba en vano pues todos los niños morían. Dio una excelente y copiosa comida a dos hombres, envió uno a dormir y otro a cazar y a la noche les hizo sacar las entrañas ante sus ojos porque quería saber cuál de los dos había digerido mejor.”
Crónica de fray Salimbeno de Adamo. Citado por Georges Duby en Europa en la Edad Media, Barcelona, 2007, página 137.
Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.