ESPADAS EN ALTO EN EL ORIENTE PRÓXIMO. POR ANTONIO PARRA GARCÍA.
La tensión en Oriente Próximo vuelve a recrudecerse. Israel ha bombardeado objetivos iraníes en Siria, en represalia por otro bombardeo iraní sobre posiciones israelíes en los Altos del Golán, precisamente al poco de romper el presidente de Estados Unidos el tratado nuclear con Irán.
¿Se trata de una escalada de tensión no premeditada? La personalidad de Trump puede dar tal impresión, pero lo cierto es que el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel por aquél nos indica una tendencia que va más allá del momento.
La derrota militar del Califato, del Estado Islámico encabalgado entre Siria e Irak, ha favorecido enormemente los intereses de Rusia. Desde el final de la guerra Fría la mayor pesadilla de Estados Unidos ha sido la configuración de una gran alianza entre Rusia, China e Irán, capaz por sus posiciones y recursos de quebrantar su hegemonía en el Viejo Mundo, todavía considerado clave para el dominio global.
La llegada de Trump a la Casa Blanca parecía anunciar un empeoramiento irremisible de las relaciones con China y bastante indulgencia hacia la Rusia de Vladimir Putin. A lo largo de los meses, el entendimiento con la primera se ha ido consolidando, paralelamente al deterioro con la segunda. El control de Oriente Próximo ha enconado la situación.
Encarrilada la situación de Corea del Norte, que ha cedido en su belicismo y se ha aproximado a su hermana del Sur, con la ayuda de China, la administración estadounidense busca socavar el avance ruso presionando a Irán, empleando un método distinto del de Obama.
Israel ha vuelto a actuar como la punta de lanza estadounidense, buscando también la afirmación de su poderío en un área tan sensible como la de los Altos del Golán. Arabia Saudí y Turquía no se han mostrado disconformes. En Oriente Próximo vuelven a estar en alto las espadas en busca de la hegemonía en el mundo.