ESPAÑA Y PORTUGAL. Por Carlos García López.
El exilio de don Juan de Borbón en Portugal no impidió el entendimiento entre el franquismo y el salazarismo, cuya cooperación se remontaba a la Guerra Civil española.
La Revolución de los Claveles, emprendida por el ejército portugués, provocó un auténtico terremoto en las relaciones entre ambos países. Cansados de combatir en las colonias y haciendo uso de medios no siempre abundantes, los militares portugueses contrarios al salazarismo mostraron un camino de libertades a sus homólogos españoles. En el franquismo terminal se temió por el contagio portugués, capaz de desatar una revuelta de parte de las fuerzas armadas.
A partir de 1975 las relaciones van mejorando entre los dos países ibéricos, al ser vecinos que necesitan ayudarse entre sí y superar viejos malentendidos históricos.
El Acta de Adhesión de España a las Comunidades Europeas, firmada el 12 de junio de 1985 en el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid y que entró en vigor el 1 de enero de 1986, coincidió con el ingreso de Portugal en la CEE. Se asistió a una liberalización económica a partir de este momento superior a la del Plan Nacional de Estabilización Económica español de 1959, que permitió el incremento de los intercambios hispano-portugueses. Hoy en día las dos viejas naciones peninsulares experimentan en grado diverso los efectos de la actual crisis económica, pero sin contenciosos políticos.