EMIGRAR A OTRAS TIERRAS DE EUROPA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
Los españoles han tenido que marchar fuera de su país por muchas razones. En el siglo XX, la situación económica y política de España forzó muchas salidas a otros países de Europa, considerados como una tierra de oportunidades y acogida a priori.
Los datos dispensados por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales son elocuentes de la fuerza que alcanzó el fenómeno en el siglo en el que vinimos al mundo muchos de nosotros, según la media anual de emigrantes por décadas:
1890-99 |
741 |
1900-09 |
2.312 |
1910-19 |
5.105 |
1920-29 |
2.201 |
1930-39 |
2.063 |
1940-49 |
175 |
1950-59 |
2.694 |
1960-69 |
47.058 |
1970-79 |
59.136 |
1980-89 |
15.577 |
1990-99 |
4.565 |
Las necesidades laborales de países como Francia en la década de la I Guerra Mundial incrementaron el número de emigrantes españoles, ya perceptible tras el llamado Desastre del 98.
Si en las décadas de 1920 y 1930, en las que España experimentó importantes transformaciones y gravísimos problemas que llevaron a la Guerra Civil, la emigración se mantuvo en unos niveles similares a los de antes de la Gran Guerra, la de nuestra terrible Posguerra y la II Guerra Mundial contemplaría un verdadero parón oficial.
La transformación de la sociedad española en los tiempos del Desarrollismo es indisociable del fenómeno de la emigración a países como Francia, Bélgica, Suiza o la República Federal Alemana. La relación entre ambos puntos, el emisor y el receptor, es estrechísima.
Tras el estallido de la crisis del Petróleo y consolidada la Democracia en España, la emigración se redujo considerablemente, adoptando otro perfil socio-laboral. La Historia demuestra la importancia que estos movimientos de población han tenido en el moldeamiento de la sociedad española actual, en punto a perspectivas y cambios inducidos en nuestras formas de vida.
Fuentes.
Anuario de Migraciones, 2002. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.