EL VALOR DE LOS GRIEGOS EN LAS TERMÓPILAS.

12.03.2022 10:58

               

                “Los aliados despedidos se marcharon y obedecieron a Leónidas; los de Tespias y los de Tebas fueron los únicos que permanecieron al lado de los lacedemonios. De ellos, los tebanos permanecieron de mala gana y contra su voluntad, pues los retenía Leónidas en calidad de rehenes. Pero los de Tespias se quedaron muy de voluntad, se negaron a retirarse, abandonando a Leónidas y a los suyos, y murieron junto con ellos. Era su general Demófilo, hijo de Diádromes.

                “Jerjes, después de hacer libaciones al salir el sol, se detuvo un tiempo, más o menos hasta la hora en que se llena el mercado, y comenzó a avanzar. En efecto, así lo había recomendado Efialtes, porque la bajada del monte era más rápida y el trecho mucho más corto que el rodeo y la subida. Los bárbaros, a las órdenes de Jerjes, atacaban, y los griegos, a las órdenes de Leónidas, saliendo como al encuentro de la muerte, se lanzaban, mucho más que al principio, a lo más ancho del desfiladero. En los días anteriores, como el muro estaba vigilado, salían cautelosamente y combatían en los trechos angostos; pero entonces trabaron el combate fuera de las angosturas. Caían los bárbaros en gran número, porque por detrás los jefes de los batallones, látigo en mano, azotaban a cada soldado, aguijándolos a avanzar. Muchos cayeron al mar y murieron, y muchos más todavía fueron hollados vivos entre ellos mismos: no se hacía cuenta alguna del que perecía. Los griegos, como sabían que habían de recibir la muerte a manos de los que rodeaban el monte, hacían alarde del máximo de su esfuerzo contra los bárbaros, desdeñando el peligro y llenos de temeridad.”

                Heródoto, Los nueve libros de la Historia, Libro VII, 222-223. Edición de María Rosa Lida de Malkiel, Barcelona, 1987.

                Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.