EL TEMPERAMENTAL TOLEDO Y SU ESFORZADO CORREGIDOR. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

26.08.2022 10:34

               

                En 1478, la guerra por el trono de Castilla todavía no había finalizado, pues Alfonso V de Portugal y su esposa doña Juana todavía contaban con partidarios, como el arzobispo de Toledo. El gobierno autoritario de doña Isabel y don Fernando había suscitado descontento, no solo entre los grandes y los caballeros, sino también entre ciudades y villas que debían pagar las derramas de las gentes de armas de la Santa Hermandad.

                Desde 1476 Gómez Manrique era corregidor de Toledo en nombre de doña Isabel. Con unos 22.000 habitantes, la ciudad no resultaba fácil de gobernar. Sus franquezas y oportunidades atraían a gentes de otros puntos, propensas a ser movilizadas por los bandos que se disputaban su control: el de los Ayala y el de los Silva, En el primero, llamado el de los lindos, tuvieron acomodo los cristianos viejos, y los judeoconversos en el segundo. Toledo había sido levantisca durante los atribulados reinados de Juan II y Enrique IV, cobrando fuerza en 1449 la idea de ser la Ciudad Santa que por inspiración del Espíritu Santo combatiría a los enemigos de Jesucristo.

                En 1477, en medio de un enrarecido ambiente, se ordenó a Gómez Manrique que deshiciera toda liga, confederación o cofradía. Al año siguiente, el arzobispo Alfonso Carrillo de Acuña entró en la preparación del levantamiento a favor de Alfonso V, que llegaría con sus fuerzas desde Talavera.

                El corregidor Gómez Manrique supo de la conjura, y decidió oponer resistencia con dos mil leales en la plaza con éxito. Su alocución a los toledanos fue recogida por el cronista Fernando de Pulgar. Resulta de gran interés para acercarse al pensamiento político de aquella época. Habló a los toledanos para que se sometieran al poder del rey, su señor natural, pero también hizo hincapié en que no envidiaran la fortuna de los que no eran de encumbrado linaje. La monarquía de doña Isabel y don Fernando parecían abrirse al talento, a la virtud en términos coetáneos.

                Gómez Manrique, el tío de Jorge Manrique, era un veterano político, con experiencia desde los días de Juan II. En Toro, retó a Alfonso V de Portugal en nombre de Fernando de Aragón. Estuvo casado con Juana de Mendoza, de poderoso linaje. Sintomáticamente, recomendó al contador mayor Diego Arias Dávila, de raíces judeoconversas, no fiarse de los aduladores y no conceder gran valor a los bienes de la fortuna. Asimismo, consideró que todo poder y logro de riqueza comportaba una angustiosa responsabilidad. En sintonía con ello, sostuvo que el esfuerzo del príncipe no consistía en acometer, sino en aguantar con templanza en defensa de la justicia. Según Fernando de Pulgar, su hermano el maestre de Santiago Rodrigo Manrique también practicó la virtud de los hechos, destacando su fortaleza en el ejercicio de las armas, complaciéndole los criados valientes.

                El corregidor Gómez Manrique gozó fama de tratar con consideración a los judeoconversos. Además, su experiencia en pleitos como el que opuso en 1477 a los sastres con los joyeros, sederos e hileros le hicieron apreciar el valor de las labores artesanales. En ese mismo año se le concedió la merced de veedor de paños de Cuenca, que no se hizo efectiva por la oposición conquense. En su control de la temperamental Toledo combinó el autoritarismo con una actitud más comprensiva hacia las personas que querían escalar posiciones sociales, estrategia que también seguirían los Reyes Católicos.

                Fuentes.

                ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS.

                Registro del Sello de Corte, Legajo 147702 (298 y 299).

                Fernando de Pulgar, Los claros varones de España. Edición facsímil, Barcelona, 1970.

                Fernando de Pulgar, Crónica de los Reyes Católicos. Edición de Juan de Mata Carriazo, Granada, 2008, 2 vols.