EL SENY Y LA RAUXA, ¿ALFA Y OMEGA DE LA VIDA CATALANA? Por Gabriel Peris Fernández.

09.10.2017 17:43

 

                Cataluña ocupa hoy la actualidad informativa, llena de noticias que se agolpan día a día, con movimientos ciertamente encontrados, llenos de aristas. Se quisiera encontrar alguna rosa entre tanta espina. En distintas tertulias de los medios de comunicación se defienden posturas ciertamente encontradas, que dan idea de la complejidad de la cuestión, de la cuestión catalana.

                Desde el periodismo se da cuenta de la rabiosa actualidad, sin obviar antecedentes del embrollo en curso. A veces se recuerda, con razón, que desde Cataluña se han planteado reivindicaciones de auto-gobierno desde finales del siglo XIX.

                El siglo XX fue tan complejo para Cataluña como para el resto de España, al estar condicionado por fuertes disputas sociales en distintos momentos. La Guerra Civil marcó un punto álgido terrible, que dio motivos para una reflexión sobre lo catalán y lo español nada menospreciable, con el deseo de superar la amargura con la ayuda de la meditación serena.

                En 1944 Josep Ferrater Mora publicó Les formes de la vida catalana, obra en la que trató de desentrañar los rasgos más íntimos de la sociedad catalana, ejercicio ciertamente complejo. Uno de los más apreciados por el filósofo fue el del seny, el de la sensatez, que consistiría en la elección de lo menos dañino, de lo más favorable para vivir lo mejor posible, dentro de unos límites ciertamente circunscritos pero que corrían el riesgo de serlo más, con peligro para el bienestar individual. Desde su punto de vista, el seny es la cualidad de la persona prudente, del posibilista.

                La brutalidad de la Guerra Civil había afirmado el deseo de entendimiento y de pacto entre muchos intelectuales y políticos, tanto en el exilio como en la oposición clandestina, para superar la era de la violencia que asoló España desde comienzos del XIX.   

                Jaume Vicens Vives, insigne historiador, había vivido aquel mundo roto y sus estudios siempre tratan de explicar los orígenes de la violencia desatada en una comunidad. Sus trabajos sobre la Cataluña del siglo XV, marcada por los conflictos socio-políticos, son ilustrativos, además de clásicos de la historiografía española.

                Vicens Vives tomó de Ferrater Mora su idea del seny en uno de sus ensayos más celebrados, Notícia de Catalunya, que publicó en 1953. Con la ayuda de su enorme saber, quiso explicar el temperamento catalán a lo largo de la Historia en una obra que combinaba elementos historicistas con los de la historia total atenta a la sociedad y a la economía, a la historia de las personas, de los seres anónimos que conquistaron protagonismo en el siglo XX.

                Diferenció el historiador dos tendencias opuestas en la Historia catalana: la del seny y la de la rauxa. La primera sería propia de los propietarios agrarios del interior, atentos a la conservación del patrimonio, al ahorro y de inclinaciones conservadoras. Frente a ellos se alzaría la rauxa, la furia, de los menestrales de las ciudades del litoral, insatisfechos de su suerte, dispuestos a escuchar el mensaje revolucionario. Ambas líneas, igualmente catalanas, colisionarían a lo largo del tiempo, con todos los matices, aunque en determinados momentos se impondría una sobre la otra. Tal dualidad explicaría la creatividad y la conflictividad, la prudencia y los sueños de una Cataluña ciertamente compleja, formada según Vicens Vives con los aportes culturales de distintas oleadas humanas.

                Hasta qué punto puede ser aplicable este planteamiento a la situación presente sería materia de discusión. La Cataluña de inicios del siglo XXI se encuentra en el mundo de la tercera fase de la industrialización, de la economía de servicios, donde las masías de antaño forman parte de la historia de varias familias, alejadas a veces de sus terruños ancestrales. Sin embargo, el descontento social cundió antes del 2012 entre distintas capas sociales, haciéndose conocida la figura del català emprenyat o enojado, coincidiendo con el crecimiento de plataformas sociales más allá de los partidos políticos usuales. Hoy en día, la rauxa ha sentado sus reales en distintos puntos de Cataluña, pero también se ha invocado el seny por parte de algunos.

                Si damos crédito al maestro Vicens Vives, el seny y la rauxa acompañarán a los catalanes del mañana como a los del pasado, con independencia de su estatuto jurídico-político. Ambas tendencias presentan rasgos negativos, pero también positivos y creativos. De la concordia entre las dos desde este lado bueno depende mucho el futuro bienestar de Cataluña. Entre la perpetuación y la destrucción se emplaza el cambio constructivo.