EL SENTIMIENTO DE MALESTAR BAJO LOS REYES CATÓLICOS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
En ocasiones los historiadores han hablado de épocas de oro en las que nada parece erróneo. Los franceses proclamaron los días bajo Luis XIV como una de aquellas épocas, y los de los Reyes Católicos los españoles. Don Fernando fue considerado un gran rey en el siglo XVI y en el XVII un sagaz gobernante. Culmen de la grandeza en el XVIII al que se subió su esposa Isabel bajo el romanticismo, conformando la colosal pareja del XX. Los historiadores más serios han cuestionado la existencia de tales edades y han erosionado con su crítica las imágenes míticas emanadas.
Bajo don Fernando y doña Isabel se alcanzaron muchos objetivos políticos, pero otros no. El ideal del gobernante cristiano del buen pastor no se cumplió precisamente cuando su reinado tocaba a su fin.
En Castilla surgieron quejas muy serias. Aquí la metáfora del buen pastor era particularmente acertada dada la importancia adquirida por las actividades de la Mesta, que tantos provechos materiales proporcionaron a ciertos magnates y a la Corona. En su afirmación de una realeza autoritaria y conquistadora, los impuestos se cobraron con rigor.
Desde el anonimato se presentaron en forma de coplas los siguientes cargos contra el gobierno real:
-El gobernante (el pastor) desoye todas las quejas.
-Los gobernados son tratados como ovejas a las que se puede esquilar sin tasa y maltratar desconsideradamente.
-Los recaudadores o trasquiladores abusan de su posición.
-El dinero de los impuestos no se destina a mejorar la suerte del pobre contribuyente.
-Los jóvenes son obligados a cargar desde el comienzo con deudas a todas luces excesivas e injustas.
-En la vida política son los raposos o los carentes de escrúpulos los que hacen y deshacen a su antojo.
-También los lobos con piel de cordero contribuyen a este clima de corrupción y degradación.
-El gobernante, en consecuencia, no hace honor a sus honorarios.
Tales quejas se nos antojan muy actuales, pese a surgir en otra situación histórica. Las metáforas protagonizadas por animales nos retrotraen a las fabulas de Esopo y nos avanzan algunas de las consideraciones de Pareto sobre el funcionamiento de la política.
En las quejas se clama contra el paganismo de la dragona y los incumplimientos del gobernante. Tal contractualismo de base cristiana se vuelve contra la reina Isabel gustosa de las latinidades, surgiendo de medios eclesiásticos bien relacionados con los caballeros y prohombres de villas y ciudades. Se tomaron elementos que ya se venían utilizando en la vida pública castellana del siglo XV para criticar al poder, facilitándose el fermento del amplio descontento que terminaría estallando en las Comunidades.