EL SAN JUAN DE LA GRANADA NAZARÍ.
San Juan es uno de los días grandes del año, que llegó a celebrarse hasta en la Granada de los nazaríes. Allí se llamó ansara, con un fuerte acento agrícola que daba pie a que los poetas cantaran las excelencias de la tierra y que se encendieran en los campos hogueras con hierbas olorosas. Las gentes trabajadoras se disfrazaban y se reunían por calles y parajes, degustando buñuelos y almojábanas. Los sultanes no dejaban de promover tales celebraciones y un célebre romance nos conduce a la mañana de San Juan, del que ofrecemos la versión de la Silva de 1550:
La mañana de San Juan al tiempo que alboreaba,
gran fiesta hacen los moros por la vega de Granada.
Revolviendo sus caballos y jugando de las lanzas,
ricos pendones en ellas broslados por sus amadas,
ricas marlotas vestidas tejidas de oro y grana.
El moro que amores tiene señales de ello mostraba,
y el que no tenía amores allí no escaramuzaba.
Las damas moras los miran de las torres del Alhambra,
también se los mira el rey de dentro de la Alcazaba.
Dando voces vino un moro con la cara ensangrentada:
Con tu licencia, el rey, te daré una nueva mala:
el infante don Fernando tiene Antequera ganada;
muchos moros deja muertos yo soy quien mejor librara,
siete lanzadas yo traigo el cuerpo todo me pasan,
los que conmigo escaparon en Archidona quedaban.
Con la tal nueva el rey la cara se le demudaba;
manda juntar sus trompetas que toque todas el arma,
manda juntar a los suyos hace muy gran cabalgada,
y a las puertas de Alcalá que la Real se llamaba,
los cristianos y los moros una escaramuza traban.
Los cristianos eran muchos mas llevaban orden mala.
los moros, que son de guerra, dádoles han mala carga,
de ellos matan, de ellos prenden, de ellos toman en celada.
Con la victoria, los moros van la vuelta de Granada;
a grandes voces decían: ¡La victoria ya es cobrada!
El romancero viejo. Edición de Mercedes Díaz Roig, Madrid, 2003, p. 91.
Víctor Manuel Galán Tendero.