EL OTRO SEÍSMO NEPALÍ. Por Carmen Pastor Sirvent.
Con más de 27 millones de habitantes apiñados en un accidentado territorio de 147.180 kilómetros cuadrados, Nepal ha sufrido un fuerte seísmo. Hace una década sufrió otro de carácter político.
Nepal es un país de abigarrada composición cultural al igual que otros tantos del continente asiático. Muchos nepalíes han emigrado a los Estados del golfo Pérsico para ganarse el sustento. En el 2014 un grupo de ellos fue secuestrado y ejecutado en Irak. Se levantó una oleada de indignación antimusulmana en Nepal, descargándose las iras contra la mezquita de Katmandú.
Los motines descubrieron el hondo malestar de sus gentes, gobernadas por una monarquía autoritaria con una Historia bicentenaria a sus espaldas. El rey Gyanendra gozaba del apoyo de Estados Unidos, Gran Bretaña y la India, atentas a los movimientos de China en el interior asiático.
La insurgencia de los comunistas maoístas no parecía poner en peligro la continuidad del régimen a priori, pero el rey pisoteó algunos de los elementos parlamentarios de Nepal. Varios políticos fueron enjuiciados por corrupción y los partidos políticos padecieron persecución en nombre de la seguridad del reino.
Tal involución desató las iras de sus aliados internacionales. China reaccionó al mismo tiempo con moderación. En abril de 2006 el rey cedió ante la coalición de partidos políticos, que fue capaz de llegar a un acuerdo con los maoístas y de proclamar una república. No era poco en tan sísmico país.