EL MUNDO VERDADERAMENTE CONTEMPORÁNEO. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

08.07.2021 08:56

               

                Año 2021 de nuestra era, un año de la vida del mundo de los humanos. Quizá más correcto sea llamarlo coetáneo, la quintaesencia de lo contemporáneo.

                Llamamos a la Revolución francesa contemporánea porque vivimos todavía según sus principios e impulsos, más allá de la simple experiencia vital. Se da la circunstancia que los anodinos temarios académicos no contemplan todavía nuestros recientes años, pendientes todavía de elaboración histórica. ¿Cuándo empieza históricamente el siglo XXI? ¿Con el hundimiento soviético o con la demostración terrorista del 11-S?

                Partamos del final de la Guerra Fría, cuando se proclamaba el fin de la Historia, antes de anunciarse el conflicto entre civilizaciones. Ha llovido mucho desde entonces, pero simplificando bastante se pueden establecer unos ejes diamantinos.

                Estados Unidos ha sido durante este tiempo la gran potencia mundial, aunque debe de hacer frente a la emergencia de la fuerza rusa y china. La Unión Europea continua sin noticias del dios Júpiter, mientras Gran Bretaña la abandona.

                Los poderes mundiales ejercen su autoridad sobre la sociedad de la información, la de las comunicaciones aceleradas de la era global. Nada que ver con los galeones de Felipe II. Se puede controlar mucho más, pero también recibir resistencias más aceradas y enconadas.

                Las personas se mueven mucho en este mundo nuestro, originándose incluso espantosas crisis migratorias en los puntos sensibles de contacto entre áreas pobres y ricas, desde el Mediterráneo al río Grande.

                También se mueven los enemigos de la humanidad, los virus, como el de la pandemia que ha marcado la vida de la gente desde el 2020.

                Lo que económicamente sucede en un punto repercute más pronto que tarde en el resto de puntos de la red. Las burbujas financieras e inmobiliarias han alzado verdaderos maremotos.

                Se diría que nada nuevo bajo el sol, y a esa impresión contribuye el fortalecimiento de integrismos de todo tipo, alrededor de una nación, de una religión, de una identidad, de algo que se considera amenazado de muerte y que amenaza, a su vez, de muerte a otros.

                Los primeros zarpazos del cambio climático nos recuerdan nuestras desigualdades territoriales y también nuestra fragilidad. Vivimos a la sombra de una nueva torre de Babel.

                Alguien pensara que el legado de la Ilustración, que trató de aplicar la Revolución francesa en diversa medida, se encuentra amenazado. Sin embargo, las individualidades y distintos colectivos reivindican con fuerza sus derechos.

                Navegamos entre contradicciones, ciertamente, entre fracasos y éxitos, entre ángeles y diablos. Pero, ¿desde cuándo no ha sido así? Somos los herederos del viejo Ulises, que vivimos nuestras atribuladas vidas a la sombra de variopintas ilusiones. Todo, todo, en nuestra Historia es contemporáneo, incluyendo lo coetáneo.