EL GRAN VACÍO DE LOS ESTADOS FALLIDOS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

09.10.2023 13:21

               

                Cuando finalizó la guerra fría grandes regiones del mundo parecieron caer en un estado anárquico. Los conflictos que las desgarraban proseguían a veces luchas más antiguas y profundas, que en verdad no respondían al duelo entro bloques. Han pasado ya décadas desde que cayó el muro de Berlín, pero el enorme abismo del Asia Central y del Próximo Oriente dista de haberse cerrado. Al contrario, se ha hecho más grande y el ataque de Hamás a Israel ha vuelto a incendiar el Cercano Oriente, con consecuencias temibles.

                La guerra en Ucrania dista de haberse apagado, a la espera de otro crudo invierno. Mientras tanto, las alertas saltan en otros lugares del mundo. Un terremoto termina de asolar un Afganistán sometido a los talibanes. Una riada sin fin de inmigrantes llega a los puertos del sur de una Unión Europea, que no acierta a consensuar una política común. Las espadas se mantienen en alto en un África subsahariana en estado terminal. Las bandas desgarran más de un Estado iberoamericano, como Ecuador o México. El fentanilo destruye la vida de miles de personas de las ciudades de la América del Norte, saltando fronteras.

                El mundo posterior al coronavirus no es una reedición de los felices años veinte de hace un siglo, por mucha animación nocturna que se pueda vivir en algunos rincones. Vivimos en un planeta de Estados fallidos o a punto de desfallecer, donde el bienestar de demasiados millones de seres humanos es quebrantado por grupos violentos que imponen su ley. Terroristas, pandilleros y traficantes atrapan muchos de sus reclutas entre una juventud sin horizontes, privada de una comunidad acogedora.

                En el mundo occidental, los Estados todavía se mantienen, por mucha agitación que pueda tener a veces su vida política interna. Su desestabilización no ha sido tan sencilla como algunos han pretendido, ni sus opiniones públicas son tan manipulables como desearía más de uno. Sin embargo, se enfrentan a formidables retos de cohesión y de bienestar, al filo del envejecimiento creciente de su población. Los colosos asiáticos, como China y la Unión India, deben de dar satisfacción a las necesidades y expectativas de una sociedades que ya no son las de hace medio siglo. El gran vacío de los Estados fallidos también se cierne amenazador sobre ellos.

                Quizá, quizá, la gran cuestión de los años por venir de la Historia sea quien determinará la marcha de los acontecimientos: las grandes potencias en busca de la nueva hegemonía o las complicaciones del despiadado gran vacío. ¿Nueva reyerta de imperialismos o venganza finalmente cumplida del Tercer Mundo posterior a la Descolonización? El tiempo lo dirá, mientras el calentamiento global añade nuevas incertidumbres.