EL FRAGOR DE LA BATALLA DEL SALADO (1340).
“Los castellanos tuvieron su contienda muy grande con los moros para pasar el río Salado, que estaba a la orilla del mar. Esto duró gran parte del día entre ellos, porque las haces de los moros se renovaban y allí murió mucha gente, pero como los castellanos eran buenos caballeros pudieron forzarlos y pasaron el río. Allí fue tan grande la lucha entre ellos que todo el que viese a los caballeros castellanos bien podría decir que no había mejores en el mundo. Los moros se renovaban más y más y como venían descansados nos herían con toda su fuerza. Estando en este aprieto, vieron los moros cómo los de su haz eran vencidos por los portugueses y juzgando que, si persistían en la lucha, éstos los atacarían de costado, comenzaron a huir, pero esto no les valió mucho, pues los portugueses les salieron delante y allí fue grande su muerte al irles los castellanos al alcance hiriendo y derribándolos.
“El rey Abu-l-Hasan cuando vio a los suyos salirse del campo, dijo en voz muy alta, volviendo los ojos al cielo… Se llevaba las manos a la barba, que tenía muy larga y cana, y mesándosela toda se daba grandes heridas en el rostro. Entonces llegó Alcarac y le dijo: “¡Esto, señor, no os cumple, porque cuando la saña de Dios viene a donde le place, todos los consejos y saberes no valen nada! Id al haz del corral, que yo ordené para protegeros, y por tal a Algeciras en salvo y evitaréis vuestra muerte, que está muy cerca, porque podría ser que desmayasen los caballeros que están en tal y que no os aguardasen”.
“En esto entró Abu-l-Hasan entre los nueve mil caballeros que le quedaron, dio de espuelas al caballo muy vivamente contra los cristianos que le iban al alcance y dijo “¡Banu Marín, Banu Marín! Que yo soy el rey Abu-l-Hasan, vencedor en todo lo que emprendí”. Y yendo con toda su fuerza a herir con su espada, don Alcarac, el turco, y el infante Bazayne, hijo del rey, lo alcanzaron y cogiéndole las riendas del caballo le dijeron: “¡Señor! No es hoy el día vuestro; daos por preso, porque no queremos que muráis aquí, ya que si los cristianos topan con Vos, tal como vienen en tropel, no tendréis defensa.”
“Alcarac entregó el rey a ese infante y a veinte caballeros y mandó que fuesen con él de allí al centro del haz del corral. Alcarac se quedó en la zaga con dos mil caballeros, los mejores que encontró en el haz del corral y se iba muy al paso con gran ruido de atabales y añadiles, y a los cristianos que iban al alcance y que topaban con él los alejaba de sí, haciendo sus espoladas contra ellos muy hermosamente, así que todos los que toparon con él no ganaron prez.”
Texto citado por Ambrosio Huici Miranda en Las grandes batallas de la Reconquista, Madrid, 1956, pp. 385 y siguientes.
Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.