En la Baja Edad Media, el interior del continente africano estuvo enlazado con la cuenca mediterránea a través de una serie de rutas comerciales de singular valor. Las gentes del Mediterráneo buscaron allí esclavos, oro, la sal de Taghaza y Taodeni, y otros objetos preciosos.
Semejante movimiento comercial potenció la aparición de poderosos Estados, como el imperio Songhai de Gao, al Oeste del gran Sudán. Las poblaciones locales se sometieron a unos grupos dirigentes con ideas muy distintas a las suyas.
En 1492, Askia Muhammad luchó por el trono del imperio en nombre del Islam. Se condujo como un gobernante respetuoso con los ulemas, y llegó a peregrinar a La Meca en 1495-7. Sin embargo, los usos religiosos de su corte no terminaron de ser aceptados por muchas de las gentes de sus dominios. Se abrió una grave crisis de confianza, que unido a las luchas en el seno de la familia real facilitaría a la larga la conquista marroquí de fines del siglo XVI.
Para saber más.
R. O. Collins y J. M. Burns, A History of Sub-Saharan African, Cambridge, 2007.