“Es muy cierto que carecemos de parangón en lo concerniente a la riqueza y al número de nuestra gente. Cuando vamos a batallar contra los paganos, de los que estamos sobrados, mando traer treinta cruces grandes, que hemos hecho adornar con oro y piedras preciosas. Las cruces que tenemos, altas y preciadas, las mandamos llevar en carros; cada una de ellas la subimos a un carro, y todas ellas marchan ante mí a modo de estandartes, bien alineadas y ordenadas. Delante de cada una ordeno que vayan diez mil caballeros, todos ellos vasallos y nobles, cada uno de ellos valiente y afamado, y dos mil gentes de a pie, entre garzones e intendentes con las carretas y las acémilas. Pero cuando cabalgo por mi cuenta tengo la costumbre de llevar ante mí una cruz poco guarnecida, apenas una madera sin pintar. No nos preocupamos del oro ni de la plata ni ponemos en ella gemas, pues solo llevamos un simple leño.”
Anónimo del siglo XII, La carta del Preste Juan. Edición de Juan Martín Lalanda, Madrid, 2004, pp. 115-116.
Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.