EL DESENGAÑO DE UN LIBERAL ESPAÑOL ANTE LA CORRUPCIÓN.
El liberalismo se propuso establecer una sociedad más justa que la anterior, y albergó grandes esperanzas de mejora. Los liberales españoles abrazaron con fuerza el principio de la regeneración nacional, pero las cosas no fueron según lo esperado. En tiempos de Isabel II, varias voces denunciaron los problemas de la vida pública. Tal fue el caso del político y literato Juan Rico y Amat (1821-70). Sus críticas a los progresistas le valieron más de un disgusto. Publicó por entregas un famoso Diccionario, reeditado en 1976, del que ofrecemos unas cuantas voces.
“Contratas. Misterios políticos, que si se publicaran, divertirían más que los de París. En ellos siempre hay sacrificios y víctimas; unas veces lo es la conciencia, otras la justicia; siempre la nación.
“Hay contratas celebradas, como vulgarmente se dice, a “cencerros tapados”. Estos son los verdaderos misterios, a cuya celebración no asisten los profanos, porque como no suenan los cencerros, nadie sabe cuándo ni dónde se celebran. Al celebrarse es requisito indispensable que la moralidad esté de cuerpo presente, y que la ambición y el robo presidan el duelo.
“A pesar de llamarse contratas, no se crea que se contrata en ellas el adelanto al bien público; no señor, es un contrato de venta, donde se pone precio a la probidad, que suele “pagarse bien”.
“Si algún profano descubre por casualidad la ceremonia y avisa a los vecinos, se encienden al instante las luces del templo y se destapan los cencerros para que suenen bien y engañar así a los asistentes, pero ni por esas; los de buen oído conocen a la legua que aquellos cencerros están cascados.
“Para formar opinión verdadera del significado de la palabra contratas, en el sentido que sean clandestinas e inmorales, como las vamos definiendo, no hay más que decir a un político “ese ministro no ha durado en el poder más que ocho días”. No le hace, responderá al instante; en este corto tiempo ha celebrado una contrata; ¿qué le importaba ya el ministerio?
“Corrupción. Epidemia contagiosa que hace estragos horrorosos en el país de la empleomanía.
“Los periódicos en su parte sanitario anuncian con frecuencia la marcha al extranjero, con objeto de mudar de aires, de algún depositario de fondos públicos, atacado mortalmente de esa enfermedad, la conducción del Saladero de otro empleado invadido y socorrido a tiempo, y una porción de casos semejantes que tienen alarmada a todas horas a la sociedad.
“Si los resguardos de Melilla y Peñón de la Gomera no establecen oportunamente un cordón sanitario y hacen pasar una rigurosa cuarentena a los que sienten los primeros síntomas, el desarrollo será espantoso y las consecuencias fatales.
“Moralidad. Señora extraviada en la corte cuyo paradero se ignora, por más que se ha ofrecido un hallazgo al que la presente.
“Los que más aparentan buscarla le cierran la puerta cuando se presenta en sus casas y, aburrida de tanto desprecio, dicen que va peregrinando ahora por los pueblos pequeños, acompañada de su hermana la justicia, tan despreciada como ella. Probablemente tendrán que emigrar pronto de España si no quieren morir de una sofocación.”
Juan Rico y Amat, Diccionario de los políticos o verdadero sentido de las voces y frases más usuales entre los mismos, Madrid, Imprenta de F. Andrés y Compañía, 1855, páginas 122-123, 127 y 266.
Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.