EL CÓLERA ATACA BARCELONA (1854). Por Víctor Manuel Galán Tendero.
“Los casos fueron en un principio pocos y aislados, pero pronto la propagación del mal tomó caracteres de epidemia horrorosa y, ante el sinnúmero de defunciones cotidianas, el terror se apoderó de los ciudadanos barceloneses.
“Y, aunque el cólera se hallaba extendido a toda la Península, aquellas personas que disponían de medios de fortuna para ello abandonaban alocadamente la ciudad para preservarse en una pequeña población o casa de campo. En las pequeñas poblaciones naturalmente que el número de defunciones diarias no alcanzaba una cifra tan elevada como la obtenida en Barcelona, pero esto era debido a la menor densidad de población y relativamente, sin duda, el porcentaje de fallecimientos cotidianos era mayor en las aldeas que en la gran urbe.
“Pero en aquellos momentos de pánico los barceloneses no atendían a razones y por si eran los buques surtos en el puerto, las aguas o el contagio las causas de la propagación del mal, huían a la desbandada.
“Barcelona dentro de sus muros iba quedando desierta; la emigración por un lado y los estragos del cólera por otro eran la causa.
“Y como si se hicieran partícipes del terror de los hombres, los pájaros –gorriones, golondrinas y vencejos- abandonaron también la ciudad y los jardines y paseos, sin las alegres estridencias de sus chillidos, quedando trágicamente silenciosos.
“A las pocas semanas de iniciada la epidemia, la ciudad presentaba un aspecto de desolación imponente.”
CONRAD ROURE (1841-1928), Recuerdos de mi larga vida. Costumbres, anécdotas, acontecimientos y sucesos acaecidos en la ciudad de Barcelona, desde el 1850 al 1900, volumen primero, diario El Diluvio, Barcelona, 1925.
Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.