EL CÁUCASO DEL III REICH. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
La segunda fase de la industrialización puso en valor el petróleo como fuente de energía esencial. Dentro del imperio ruso, el Cáucaso acrecentó su valor en consonancia. Estratégico territorio por el que habían disputado turcos y rusos, la I Guerra Mundial y las revoluciones trastocaron su situación.
En 1918 se proclamó una fugaz república de Transcaucasia, que se disolvió por la separación de Georgia, que buscó el apoyo de los alemanes, entonces triunfantes frente a los rusos. Las fuerzas del Ejército Rojo irrumpieron en la región en 1921 y establecieron el poder comunista. Se creó la República Federativa Socialista Soviética de Transcaucasia, que sorteó un levantamiento en 1924.
Los bolcheviques no eran mayoritarios allí, aunque Stalin era de origen georgiano. Bajo su régimen, se aplicaron las conocidas políticas de colectivización y de represión. Armenia padeció la persecución de su iglesia y muchas de sus gentes deportadas a Siberia. El área, pues, experimentó los rigores del estalinismo.
Cuando la Alemania nazi invadió la URSS, se planteó la cuestión del trato que se tenía que dispensar a sus pueblos, desde una óptica racista y supremacista. El petróleo caucásico era de gran interés para los alemanes y en sus avances militares llegaron a perfilar una gran área de dominio del Norte del Cáucaso al Sur de Rusia hasta el Volga.
El teórico Alfred Rosenberg, que había nacido en la estonia Tallin en la época zarista, se encargó en 1941 del ministerio de los Territorios Ocupados del Este. Propuso que la URSS terminaría de hundirse al favorecer a los pueblos “degenerados”, como los bálticos, ucranianos y caucásicos. El territorio de estos últimos debía pasar a ser una residencia general del Tercer Reich, con las comisarias específicas de Georgia, Azerbaiyán y Armenia. Sería el primer paso para convertirse en Estados vasallos del poder nazi.
Hitler se mostró mucho menos complaciente y contempló a sus gentes como simples objetos de explotación. Un control más fuerte, según su criterio, evitaría los enfrentamientos entre ellos.
El ejército alemán acogió bien los planes de Rosenberg y el 15 de abril de 1942 se les consideró aliados de pleno derecho, a los que se les prometieron territorios de romper con Turquía, a pesar de los tratos con la misma para entrar en el conflicto. Se acarició la idea de convertir el Cáucaso en una plataforma expansiva alemana hacia el Próximo Oriente y el interior de Asia, con la posibilidad de enlazar con los aliados japoneses.
Se crearon unidades de las SS entre sus gentes y los árabes. La operación Edelweiss para conquistar los pozos petrolíferos de Bakú y Maikop fue autorizada el 23 de julio de 1942. El 21 de agosto, los alemanes pusieron sus banderas en el monte Elbrús.
A 8 de septiembre se toleró una cierta autonomía, con la recomendación de forzar a trabajar solamente a rusos y ucranianos. Bajo la autoridad del residente Schickedanz, un periodista báltico del círculo de Rosenberg, el territorio se dividiría en siete comisarías generales, como Georgia, divididas a su vez en distritos y departamentos. Mientras el residente pensaba en su flamante palacio de Tiflis, Göring supervisaría la extracción de petróleo.
El proyecto de un Cáucaso títere de la Alemania nazi se desmoronó pronto. Sus cantos de sirena no tuvieron el eco esperado. El avance militar hacia Bakú se debilitó al emplearse mayoritariamente la aviación en Stalingrado. A 18 de noviembre de 1942 los soviéticos contraatacaron y gentes como los armenios tomaron parte activa en la guerra contra los alemanes, que no lograron dominar el Sur del Cáucaso y al final tuvieron que renunciar a sus pretensiones.
Para saber más.
Alex J. Kay, Exploitation, Resettlement. Mass Murder: Political and Economic Planning for German Occupation Policy in the Soviet Union, Londres, 2006.