EL ASEDIO FRANCÉS DE LOGROÑO (1521).

22.02.2025 11:15

 

“En tanto creció la osadía de los franceses que, tomado y sujetado todo el reino de Navarra, no teniéndose contentos de ello, pasaron el río Ebro y, entrados en nuestra Tafalla, pusieron su real casi a una legua de la ciudad de Logroño. Y parte del ejército ocupó, tomó y robó todos los lugares comarcanos, matando e hiriendo a todos los moradores, no perdonando ninguna edad ni linaje de hombres y mujeres.

“Con esa persecución tan grande, lástima es decir cómo los moradores, tomados sus mujeres e hijos, por no venir en su mano, huían a los montes y sierras más cercanas, donde ahí los franceses vinieron muy cerca de la ciudad y combatieron la ciudad de Logroño con lombardas y otros pertrechos muy reciamente, tirando muchos tipos de pólvora, queriendo y trabajando batir alguna parte del muro por donde pudiesen entrar, que tenían muchas lombardas, tan grandes que no se puede creer.

“El mismo Asparros, capitán general, con cuatro mil hombres de guerra tomó el monasterio de San Francisco, que está cerca de la ciudad, por allí mejor y más oportunamente pudiesen apretar y destruir tales y tantos reparos muy presto, que a los franceses pareció y les dieron entender que no se podía tomar aquella ciudad, mayormente que por librarse y no venir en servidumbre francesa peleaban sin temor ni recelo, queriendo escapar a sí y a sus mujeres e hijos.

“A este trabajo y aprieto de los de Logroño sobrevino el capitán Collazos, varón muy valiente y sabido en el hecho de armas, con la gente de su capitanía, que los más eran espingarderos o escopeteros. Y, entrado en la ciudad, dieron mucha alegría los favores de ello, porque salidos de la ciudad al campo, donde hay muchas huertas cercadas y árboles de toda natura, escaramuzando de día y noche, mataron a muchos de los dichos franceses y, entre ellos, muchos nobles de su nación. Y con esto los franceses, después de tres días continuamente batieron el muro y vieron que no les aprovechaba nada, ni podían derrocar el muro, por ser como era de tierra y tapias que no puede la artillería derrocar, sino agujerear, y la barbacana era baja, que no podía coger la artillería, determinaron de levantar su real más atrás en arredrado, porque también los cuerpos muertos hediondos los aquejaban.”

De Enrique IV al emperador Carlos. Crónica anónima castellana de 1454 a 1536. Edición de José Manuel Nieto Soria, Madrid, 2015, XLVII, pp. 185-186.

Selección y adaptación al castellano actual de Víctor Manuel Galán Tendero.