DOCUMENTO HISTÓRICO. Anuncio de la grandeza de Ciro Aqueménida antes de su nacimiento.
"Al primer año de casada Mandana con Cambises, tuvo Astiages otra visión: le pareció que del vientre de su hija salía una parra, y que la parra cubría toda el Asia. Después de dar cuenta de esto a los intérpretes de sueños, hizo venir de Persia a su hija, que estaba cercana al parto y cuando llegó, la tenía custodiada con el objeto de matar lo que diese a luz, porque los magos, intérpretes de sueños, le indicaban, apoyados en su visión, que la prole de su hija reinaría en su lugar. Queriendo Astiages guardarse de eso, luego que nació Ciro, llamó a Hárpago, uno de sus familiares, el más fiel de los medos, y encargado de todos sus negocios, y le habló de esta manera: "Hárpago, no descuides en modo alguno el asunto que te encomiendo; por preferir a otros no me engañes a mí y, por último, a ti mismo te pierdas. Toma el niño que Mandana ha dado a luz, llévalo a casa y mátalo; después sepúltalo como mejor te parezca." Respondió Hárpago: "Rey, nunca viste en mí nada que pudiera disgustarte, y en lo sucesivo me guardaré bien de faltarte en nada. Si tu voluntad es que la cosa así se haga, debo hacer mi servicio puntualmente." "
HERÓDOTO, Los nueve libros de la historia, Libro primero, 108. Edición en dos volúmenes de María Rosa Lida de Malkiel con prólogo de Jorge Luis Borges, Barcelona, Orbis, 1987.
(Introducido por Víctor Manuel Galán Tendero)