DOCUMENTO HISTÓRICO. Ricardo Corazón de León declina entrar en Jerusalén (1192).
“Así pues, gracias al buen hacer del rey de Inglaterra, que sólo sería criticado por sus rivales, fue declarada y sellada una tregua entre los cristianos establecidos en Palestina y los súbditos turcos de Saladino, que se haría efectiva en la siguiente Pascua y duraría tres años, tres meses, tres semanas, tres días y tres horas. Y debido al afecto que Saladino sentía por el rey de Inglaterra, acordó y garantizó a los cristianos, durante todo el tiempo que durase la tregua, la posibilidad de ir a rezar a la tumba del Señor con toda libertad y seguridad; aquéllos, una vez cumplidas sus devociones, podrían regresar a tierra cristiana con el beneficio debido a su piadoso acto, sin sufrir ningún mal por parte de los sarracenos, tanto a la ida como a la vuelta.
“Y así fue como a partir del momento en que se firmó la tregua, gran número de cristianos se dirigieron a la Ciudad Santa, librándose así de su voto, tras tanto tiempo de espera, y regresaron a sus casas con el corazón henchido de alegría. El rey, quien por sí solo valía lo que diez mil, cediendo, a causa de las dificultades de la empresa, a los consejos de las personas avisadas, y velando sabiamente por su propia salud, no hizo caso a sus devociones personales. Pero el obispo Hubert de Salisbury, que había sido su compañero inseparable en aquella expedición, al tiempo que colaborador leal y avisado, cumplió las devociones del rey en su propia persona. A la llegada al santo Lugar vertió un torrente de lágrimas y procedió al santo sacrificio, regresando al lado del rey después de librar de tal suerte a sí mismo y a su rey de sus respectivos votos.”
Relato de Guillermo de Newburgh incluido en Ricardo Corazón de León. Historia y leyenda, editado por Michèle Brossard-Dandré y Gisèle Besson y traducido por Javier Martín Lalanda, Madrid, Siruela, 2007, pp. 168-169.
Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.
Jerusalén en el orbe cristiano.