10.10.2015 09:44
“Negros o mulatos, todos somos franceses, porque es la sangre de los franceses la que fluye por nuestras venas o las de los nuestros. ¡Este origen nos enorgullece y enaltece! ¡Ningún otro pueblo ha acreditado mayor patriotismo y coraje! Cuando en 1757 se rindió el Senegal a los ingleses, quisimos defenderlo pese a los jefes de la colonia y fuimos obligados a aceptar la ley del vencedor (o sobretodo del comprador), estipulando por una capitulación particular que nunca seríamos obligados a tomar las armas contra nuestros padres franceses.
“Contemplamos como el día más bello de nuestras vidas aquel de 1779 en el que la bandera francesa volvió a ondear en el puerto de San Luis. Acogimos a los franceses como nuestros liberadores, como nuestros hermanos…
“Los primeros barcos que aparecieron en nuestras costas fueron los de la Compañía de la Guayana. Temblamos por nuestra libertad…
(…)
“Desde el establecimiento de la Compañía sufrimos una escasez casi continua de mijo, el pan de la colonia, porque la Compañía carente de carácter y vigor permite la obstrucción de todos nuestros medios de subsistencia. Los reyes, los príncipes moros o negros, pueden insultarla, provocarla impunemente, que ella nunca hace el menor esfuerzo por defenderse.
“Los habitantes del Senegal no son las únicas víctimas inmoladas al privilegio de la Compañía. El comercio y las manufacturas de Francia también sufren sus nocivos efectos.”
Cuaderno de quejas de los habitantes del Senegal, San Luis del Senegal (15 de abril de 1789). El texto se debe a Dominique Harcourt Lamiral, antiguo agente de la Compañía de la Guayana en el Senegal, apareciendo en su obra L´Affrique et le peuple affriquain considérés sous tous leurs rapports avec notre commerce et nos colonies, París, Dessenne, IV, p. 400.
Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.
