DOCUMENTO HISTÓRICO. La terrible explosión atómica que devastó Hiroshima.
"A nuestros pies, casi hasta donde abarcaba la vista, se extendía un gran incendio, un incendio como no habíamos visto nunca. Tenía una docena de colores y todo nos obligaban a cerrar los ojos. Más colores de los que yo imaginaba que existieran. Y en el centro, más brillante que cualquier otra cosa, una gigantesca bola de fuego que parecía más grande que el sol. En realidad, teníamos la impresión de que, sin saber cómo, el sol se había caído del cielo y tras tocar el suelo empezaba a ascender otra vez, directamente hacia nosotros, muy deprisa.
"Al mismo tiempo, esa bola se dispersaba hasta cubrir toda la ciudad. La bola estaba envuelta por todos lados, semioculta bajo una gruesa e impenetrable columna de humo blanquecino que se extendía hasta la falda de los montes que rodeaban la ciudad y estallaba y se elevaba hacia nosotros a una velocidad inconcebible.
"La nave volvió a dar un bandazo. Oímos explosiones; como de cañones gigantes que nos disparasen desde todas direcciones alcanzándonos.
"La luz púrpura cambió de color y se volvió azul verdosa con bordes amarillentos, y, por debajo de la bola de fuego, como un sol vuelto del revés, el humo que parecía seguirla, avanzando hacia nosotros a una velocidad inconcebible -aunque a nosotros, al mismo tiempo, no nos lo pareciera- y alejándose de lo que quedaba de la ciudad.
"De repente, nos encontramos a la izquierda de la columna de humo, que continuaba elevándose hacia el cielo, hasta alcanzar un altura estimada, según supe después, de dieciocho mil metros. Parecía una especie de inmenso poste que se iba estrechando hacia el cielo y alcanzaba la estratosfera. Más tarde los científicos nos dijeron que creían que dicha columna tenía siete u ocho kilómetros de diámetro en la base y unos dos kilómetros o algo más en su parte alta.
"Mientras observaba, hipnotizado por aquella visión, la columna de humo iba cambiando de color. De blanquecina pasó primero a ser marrón, luego ámbar y luego los tres colores a la vez, mezclándose en un arco iris brillante y en ebullición. Por un segundo pareció que perdería furia, pero casi de inmediato una especie de champiñón salió a borbotones de su parte alta y se elevó hasta una distancia que según algunos llegó a los veinte mil o veintidós mil metros (...). Toda la columna hervía y borboteaba, y la parte alta del hongo estallaba en todas direcciones, como olas gigantes en una tempestad.
"Y entonces, de pronto, el hongo se desprendió de la columna como si lo hubieran cortado con una espada muy afilada y siguió subiendo. Hasta dónde llegó no lo sé; nadie lo supo entonces ni lo sabe ahora. No aparece en ninguna fotografía y ninguno de nuestros aparatos de medición lo registró con exactitud. Los hay que dicen que llegó hasta los veinticinco mil metros de altitud, algunos que hasta treinta mil, otros que incluso más (...). Después, otro hongo más pequeño, se separó de la columna a borbotones."
Testimonio del radio Abe Spitzer del avión de escolta Great Artiste sobre lo sucedido sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945.
Citado en La historia silenciada de Estados Unidos de Oliver Stone y Peter Kuznick, La esfera de los libros, Madrid, 2015, pp. 267-269.
Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.