DOCUMENTO HISTÓRICO. La rendición del III Reich.
“Hitler optó por suicidarse, y el destrozado manto de su autoridad pendía ahora de los hombros del almirante Doenitz, quien ordenó a todos sus ejércitos entregarse a los aliados occidentales. Miles de desmarridos soldados alemanes comenzaron a pasar a nuestras líneas. El 3 de mayo, el almirante Friedeburg, nuevo jefe de la Marina alemana, se presentó en el Cuartel General de Montgomery, acompañado por un oficial de Estado Mayor del mariscal Busch, manifestando su propósito de entregarnos a tres de sus ejércitos que habían estado combatiendo contra los rusos, y pidiéndonos autorización para que se refugiaran detrás de nosotros; lo único que deseaban era no rendirse a los soviéticos. Montgomery se negó a negociar, una rendición en tales términos, y reexpidió a los emisarios alemanes al mariscal Keitel, jefe del Alto mando alemán.
“Yo tenía advertido a Montgomery que aceptara la rendición militar de todas las fuerzas que hubiera en la zona asignada a su Grupo; tal capitulación sería asunto militar y de la competencia del mando local. En consecuencia, cuando el almirante Friedeburg volvió a hablar con Montgomery el día 4, proponiendo la entrega de todas las fuerzas alemanas en el noroeste de Alemania, incluyendo las situadas en Holanda y Dinamarca, Montgomery aceptó inmediatamente. Se firmaron los documentos necesarios aquel día, con vigencia desde la siguiente mañana. Al aceptar Devers y Montgomery tan importantes rendiciones, no se comprometieron a nada que pudiese limitar o dificultar las futuras decisiones de nuestros Gobiernos respecto a Alemania; tales acuerdos revistieron un aspecto puramente militar.
“El 5 de mayo se presentó en mi Cuartel General un representante de Doenitz, después de anunciar su llegada la víspera. Al mismo tiempo se nos comunicó que el Gobierno alemán había ordenado a sus submarinos regresar a puerto. En el acto transmití todas estas noticias al Alto mando ruso, pidiéndoles que designara a un oficial del Ejército rojo para venir a mi Cuartel General y asistir como representante suyo a todas las negociaciones propuestas por Doenitz. Hice constar que no admitiría rendición alguna sin capitulación simultánea en todas partes. El Alto mando ruso designó al general de división Iván Suslaparov.
“El mariscal Von Kesselring, jefe de las fuerzas alemanas del frente occidental, me dirigió también un mensaje pidiendo permiso para enviar a un plenipotenciario que concertase los términos de una capitulación. Como este militar sólo tenía autoridad en el oeste, respondí que no aceptaría negociaciones sin la premisa de que afectaran a la totalidad de las fuerzas alemanas.
“Cuando el almirante Friedeburg llegó a Reims, el 5 de mayo, manifestó que deseaba aclarar varios puntos. Por nuestra parte, llevó las negociaciones mi jefe de E. M., general Smith, quien advirtió a Friedeburg que no admitíamos discusión alguna y sólo aceptaríamos una rendición incondicional y absoluta. Repuso el militar alemán que no tenía poderes para firmar tal documento; solicitó permiso para enviar un mensaje a Doenitz, y la respuesta fue que el general Jodl se dirigía a nuestro Cuartel General para ayudar a su colega en las negociaciones.
“Nos dábamos cuenta de que los alemanes trataban de ganar tiempo para trasladar a la retaguardia de nuestras líneas el mayor número posible de soldados alemanes que aún quedaban en el campo. Dije al general Smith que cortara inmediatamente todo pretexto o retardo, previniendo a Jodl de que en otro caso cerraría el frente aliado e impediría por la fuerza el paso de más refugiados alemanes a través de nuestras líneas. No podía consentir más demoras.
“Finalmente, Jodl y Friedeburg redactaron un telegrama a Doenitz pidiéndole autorización para firmar una rendición total, con efectividad a las cuarenta y ocho horas de firmado. De haber aceptado yo este procedimiento, los alemanes hubieran encontrado alguna nueva excusa para aplazar la firma y ganar más tiempo; pero dije a los delegados, por mediación de Smith, que la rendición sería efectiva a partir de aquel mediodía; de otro modo, el frente oeste quedaría cerrado en el acto.
“Doenitz terminó por comprender que era inevitable someterse, y el instrumento de la rendición fue suscrito a las tres menos nueve minutos de la madrugada del 7 de mayo. Todas las hostilidades habrían de cesar a medianoche del siguiente día.
“Después de firmar los necesarios papeles el mariscal Jodl y el general Smith, con los representantes francés y ruso como testigos, condujeron al mariscal Jodl a mi despacho. Le pregunté, por mediación del intérprete, si había comprendido bien todas las cláusulas del documento que había firmado.
“-Ja –contestó.
“-Usted será –le dije- oficial y personalmente responsable de toda violación de los términos de este acuerdo, incluso de los que disponen la presentación de los mandos alemanes en Berlín en el momento fijado por el Alto mando ruso para la rendición formal a su Gobierno. Esto es todo.
“El mariscal saludó y se fue.”
Dwight D. EISENHOWER, Cruzada en Europa, Barcelona, Inédita Editores, 2007, pp. 466-468.
Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.