DOCUMENTO HISTÓRICO. La ética caballeresca en la antigua Mesopotamia.
“El cazador abrió la boca para hablar,
y dijo a su padre:
Padre mío, un hombre ha llegado de los montes,
el peso de su fuerza se siente en el país
y tiene el vigor de un paladín de Anu;
recorre sin cesar el país con sus rebaños
se pavonea siempre por toda la comarca,
y a los sitios de aguas planta sus pies.
¡Estoy tan asustado que no oso acercármele!
Ha llenado las zanjas que yo había abierto,
ha destruido las trampas que yo había armado,
ha hecho que escapen de mis manos las bestias
y también me impide cazar en la llanura.
El padre respondió y dijo al cazador:
Hijo mío, Gilgamesh reina en Uruk,
nadie en el país lo ha vencido jamás,
nadie lo aventaja en poder y fuerza
tiene el vigor de un paladín del dios Anu.
Así, pues, orienta tu rostro hacia Uruk
y habla a Gilgamesh de la fuerza de ese hombre.
Y entonces, te dirá: Ve y toma, cazador,
una ramera del templo, llévala contigo
y deja que venza al hombre con su poder.
Cuando él llegue con sus bestias a beber al aguadero
la mujer deberá quitarse sus vestidos
y mostrar su belleza.
En cuanto el hombre le vea, deseará poseerla,
y su rebaño que medra en el llano huirá de él.”
La epopeya de Gilgamesh. Versión de Agustí Bartra, Barcelona, 1972, pp. 30-31.
“Si un capitán o un lugarteniente ha sufrido la deserción (de algún soldado) o (si) ha aceptado para una misión del rey a un mercenario como sustituto y lo ha llevado, ese capitán o ese lugarteniente recibirá la muerte.
“Si un capitán o un lugarteniente se apropia de los bienes de un oficial, abusa de un oficial, alquila un oficial, entrega un oficial a un superior en un litigio (o) se apropia de la concesión que el rey hizo a un soldado, ese capitán o ese lugarteniente recibirá la muerte.”
Código de Hammurabi. Edición de Federico Lara Peinado, Madrid, 1986. Leyes 33 y 34, p. 11.
Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.