DOCUMENTO HISTÓRICO. La construcción de la España Contemporánea.
“El pueblo que conserva su memoria tiene el sueño del león.”
Giuseppe Mazzini.
El siglo XIX, del imperio a la nación.
Defender la nación como ciudadanos.
“Artículo 1º. Todo español desde la edad de veinte años a la de cuarenta y cinco cumplidos, que esté avecindado y tenga propiedad, rentas, industria u otro modo conocido de subsistir, a juicio del Ayuntamiento, o sea hijo del que tenga alguna de estas circunstancias, está obligado al servicio de esta Milicia. Desde la edad de dieciocho años se admitirán como voluntarios.”
Reglamento de la Milicia Nacional de 1822. Citado por J. S. Pérez Garzón en Milicia Nacional y Revolución burguesa, Madrid, 1978, pp. 556-575.
Aparentando una fuerza ya pasada.
El recuerdo de la monarquía compuesta a la sombra del Desastre.
“¿Qué solución daría Don Carlos a tantos males?
“En teoría, dice Don Carlos, las cuestiones de Cuba pueden referirse a los principios generales de un plan de Gobierno madura y concienzudamente tratado por mí para todas las regiones que componen la nacionalidad española: restringir los lazos políticos entre la colonia y la capital, y aflojar los administrativos. En otros términos: establecer un poder central, a la vez paternal y robusto, que, concentrando en Madrid la dirección política, dote al mismo tiempo a la colonia de todas las franquicias posibles, completo Home Rule administrativo.”
Máximo Filiberto, Dios, patria y rey o catecismo del carlista, Palma de Mallorca, 1896.
El siglo XX, del conflicto a la reconciliación.
Cómo definir a España.
“Para afirmar que España ha dejado de ser católica tenemos las mismas razones, quiero decir de la misma índole, que para afirmar que España era católica en los siglos XVI y XVII. Sería una disputa vana ponernos a examinar ahora qué debe España al catolicismo, que suele ser el tema favorito de los historiadores apologistas; yo creo más bien que es el catolicismo quien debe a España, porque una religión no vive en los textos escritos de los concilios o en los infolios de sus teólogos, sino en el espíritu y en las obras de los pueblos que la abrazan, y el genio político se derramó por los ámbitos morales del catolicismo, como su genio político se derramó por el mundo en las empresas que todos conocemos.”
Manuel Azaña en la Sesión de Cortes del 13 de octubre de 1931, en la que se discutió el artículo 26 de la Constitución.
La guerra de la propaganda en un país martirizado.
Entretelas de la Transición.
“Una voz clamaba en el desierto. Luis María Ansón, director ahora de La Gaceta Ilustrada, no hacía más que ser consecuente con las numerosas maniobras que protagonizaba. Se descolgó entonces con un antológico editorial titulado “Suárez: la nueva generación al poder”, del que hay que recordar algunas greguerías: “queremos aplaudir el sereno acierto del Rey al designar presidente del gobierno a don Adolfo Suárez… Suárez tenía tres años cuando se inició la Guerra Civil. Pertenece a la que un ilustre escritor ha llamado la “generación del silencio”… No es un aristócrata. No es un financiero. No tiene compromisos ni con el capitalismo ni con los grupos de presión… ha realizado una excepcional labor como ministro… no pertenece a esos números uno que la tecnocracia sacaba a la luz hace unos años y que carecían de biografía política…” Y terminaba con la única frase posiblemente sincera: “es un hombre experto y curtido… tras veinticinco años de luchar día a día en el más duro terreno de la política.”
Gregorio Morán, Adolfo Suárez. Historia de una ambición, Barcelona, 1979, p. 306.