DOCUMENTO HISTÓRICO. La arriesgada vida de los soldados durante las Guerras Mundiales.
"Llegamos al tunel. ¿Estaremos realmente condenados a vivir aquí? Prefiero la lucha al aire libre, el abrazo de la muerte en terreno descubierto. Fuera se tiene el riesgo de una bala, pero aquí el peligro de la locura. Una pila de sacos se levanta hasta la bóveda y cierra nuestro refugio. Fuera sigue la tormenta de la noche y el martilleo continuo de los obuses de todos los calibres. Por encima de nosotros, bajo la bóveda que retumba, algunas bombillas sucias arrojan una claridad dudosa y enjambres de moscas danzan a su alrededor en zarabanda. Acuden al asalto de nuestra epidermis con su zumbido irritante y el aire es tibio y nauseabundo. Acostado en la arena cenagosa, sobre el carril, mirando a la bóveda o faz contra tierra, hechos un ovillo, estos hombres embrutecidos esperan, duermen, roncan, sueñan y ni siquiera se mueven cuando un camarada les aplasta un pie. En algunos sitios corre un chorro. ¿Es agua u orina? Se nos agarra a la garganta y nos revuelve el estómago un olor fuerte, animal, en el que surgen relentes de pólvora, de éter, de azufre y de cloro, un olor de deyecciones y de cadáveres, de sudor y de suciedad humana. Es imposible tomar alimento. Solamente el agua de café de la cantimplora tibia y espumosa calma un poco la fiebre que nos anima. Los demás puestos de socorro no gozan ni siquiera de unos instantes de seguridad... Me llega un cabo muy joven, solo, con las dos manos arrancadas de raíz por los puños, que mira sus dos muñones rojos y horribles con los ojos desorbitados."
Impresiones del lugarteniente Benech en el túnel de Tavannes durante la batalla de Verdun (1916).
MARC FERRO, La Gran Guerra (1914-1918), Barcelona, 1997, Ediciones Altaya, p. 172.
"Apenas estuvimos en las playas, el general Marshall, el almirante King, el general Arnold y un grupo de sus respectivos Estados Mayores llegaron a Inglaterra. Hice disponer lo necesario para llevarlos a la cabeza de playa (la de Omaha, en Normandía) el 12 de junio. Su presencia, yendo y viniendo por las líneas con evidentes muestras de satisfacción, fue confortadora para las tropas. la importancia de tales visitas del mando superior; incluyendo a veces a los funcionarios máximos del Gobierno, nunca se estimará bastante como estímulo de la moral de los soldados. Éstos se sienten agradecidos cuando ven a jefes de elevada categoría cerca de ellos, tal vez por pensar que el lugar no ofrece peligro, pues de otro modo no estarían allí esos personajes."
Impresiones del general Eisenhower acerca del Día D y las primeras posiciones (1944).
DWIGHT D. EISENHOWER, Cruzada en Europa, Barcelona, 2007, Inédita Editores, pp. 288-289.
(Selección de Víctor Manuel Galán Tendero).