DINERO BRITÁNICO CONTRA NAPOLEÓN. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

07.12.2015 12:21

                En junio de 1808 la Junta General del Principado de Asturias envió a sus comisionados a Gran Bretaña para lograr una alianza contra Napoleón. El primer ministro Cannig aprobó la intervención militar en una guerra que los británicos conocemos como Peninsular y los españoles de la Independencia.    

                Sir Arthur Wellesley, que se convertiría en el duque de Wellington, se encontraba entonces al frente de una fuerza de 9.000 soldados dispuesta para atacar Buenos Aires, la plaza del imperio español que ya se había resistido con éxito dos veces a los británicos. Con el cambio de alianzas terminaría apoyando a los enemigos de la víspera.

                

                Además de seguir las operaciones militares del ejército británico por tierras de Portugal y España, los historiadores como Antonio Matilla Tascón y Alicia Laspra Rodríguez han seguido la marcha de los envíos de dinero a este ejército, sin los cuales la victoria contra Napoleón hubiera resultado imposible.

                En los primeros momentos de la guerra, coincidiendo con la derrota napoleónica en Bailén, los británicos destinaron 175.000 dólares españoles para la aventurera fuerza del marqués de La Romana. El núcleo de resistencia de Galicia 1.300.000, 1.000.000 el de Sevilla, 880.512 el de Asturias y 500.000 el de Cádiz y León respectivamente. La Junta Central fue agraciada con 2.330.000 dólares y al enviado plenipotenciario del gobierno británico Frere se le destinaron 1.175.000. Además se enviaron a los españoles y a los portugueses importantes cantidades de vestuario, armamento y material.

                En 1809, con el propio Napoleón irrumpiendo en España, se subió la dotación al de La Romana a 300.000 dólares y la Junta Central establecida en Sevilla 869.493 en letras del tesoro de los 1.654.511 destinados al esfuerzo bélico.

                

                En 1810 los napoleónicos prosiguieron su marcha victoriosa por tierras españolas, pese al acoso de las fuerzas guerrilleras, y los británicos acrecentaron su ayuda a 2.944.000 dólares, en un momento en el que prendía la abierta rebelión en una buena parte de la América española. De los pagos se beneficiaron no solo las tropas españolas, sino también sus autoridades y comerciantes proveedores.

                La guerra no tenía visos de ganarse en 1811, con los napoleónicos avanzando por Cataluña y Valencia. De los 2.011.070 dólares pagados por los británicos se destinaron 267. 774 para plazas como Tarragona y Alicante, 250.000 para el ejército de Mallorca y 178.074 para la fortificación de Cádiz y la isla de León.

                La guerra entró en su fase crucial en 1812, cuando Napoleón cometió el error de la invasión rusa, y los británicos se desprendieron de 3.813.118 dólares aquel año y de 3.386.521 en 1813, asumiendo gastos militares y de fortificación de las fuerzas españolas, además de pasar una asignación de 227.500 a las Cortes gaditanas. Al mismo tiempo se tuvo que sufragar el esfuerzo del ejército comandado por Lord Wellington.

                En 1814 los napoleónicos se retiraron de España en previsión de la invasión de Francia por la envalentonada coalición enemiga. Londres bajó su asignación a 1.884.931 dólares, pero no la retiró ante la prosecución de la guerra en el continente.

                En sus magníficos estudios, la historiadora Alicia Laspra ha cuantificado en 24.276.078 dólares la cantidad total que el Reino Unido destinó a ayudar a la España patriota, muy superior a la que se venía reconociendo habitualmente. La reintegración de tal cantidad se sabía muy dificultosa, pues las remesas indianas dejaron de fluir en la medida anterior y la compensación propuesta de rebaja arancelaria española, en provecho de los productos británicos, no se logró. De todos modos, sí se consiguió el objetivo deseado: quebrantar a Napoleón gracias a la alianza hispano-británica.