DE CÓMO RAMÓN BERENGUER IV SE CONVIRTIÓ EN REY DE ARAGÓN.
De esta manera explicó el cronista del siglo XIII Bernat Desclot tal acontecimiento.
“Como el conde de Barcelona exilió a mosén Guillermo Ramón de Moncada.
“Dice el conde que cuando el buen conde de Barcelona conquistó toda la fuerte tierra de Cataluña con gran esfuerzo y gran proeza, y había expulsado y matado a todos los sarracenos hasta Lérida y hasta las montañas de Prades y Siurana, que es tierra muy fuerte, asedió Lérida, que es una rica ciudad que entonces era de sarracenos. Y sucedió que, antes que el buen conde de Barcelona fuera al asedio de Lérida, había en la corte del buen conde Barcelona un senescal de muy alto linaje, de la tierra de Cataluña, que se llamaba don Guillermo Ramón de Moncada, senescal. Y fue por ventura que, por una razón que yo no quiero ahora contar, que el conde de Barcelona lo expulsó de su tierra y lo exilió, y este senescal, don Guillermo Ramón de Moncada, se fue a Aragón, y se presentó ante el rey (Alfonso I) y lo saludó muy altamente:
“-Señor –dijo él-, Dios salve a vos y a vuestra corte. He venido a vos pues sois refugio de exiliados, y os ruego, señor, que tengáis merced de mí, que me queráis sostener en vuestra tierra, que honrado hombre soy y de alto linaje. Y mi señor el conde de Barcelona, por falsos testimonios que me han acusado me ha exiliado y me ha tomado todo lo que tenía. Porque yo os ruego, señor, que accedáis a que os sirva como buen vasallo debe servir noble señor.
“Cuando el rey entendió que se trataba de don Ramón Guillermo de Moncada, senescal, se alzó del sitial en que se sentaba, y lo tomó por la mano y lo sentó cerca de él.
“-Señor –dijo el rey-, seáis bienvenido, así como buen caballero y de honrado linaje que sois. Por mi fe, muchas veces había deseado que os pudiera ver y tener en mi corte por la gran nobleza de linaje y de caballería que en vos es. Y sabed que nada que menester os haga os faltará en mi corte.”
“Como el buen conde de Barcelona tomó una hija del rey de Aragón por mujer, a quien correspondía el reino.
“Los ricos hombres de Aragón tuvieron consejo en Zaragoza de qué manera podían casar aquella infanta que era su señora, y a quién podían tener por señor, de donde fueran honrados y su tierra valiera más. Este consejo fue el de don Guillermo Ramón, senescal, y se levantó en pie y dijo:
“-Señores, si vosotros quisierais, yo os mostraré que podéis tener el mejor señor y el más honrado que tengan las gentes del mundo; y podréis conocer que lo que os digo no lo hago por el amor que le proceso, ni por bien ni provecho que yo tenga de él, pues he recibido del mismo daño y deshonor, y por ello conozco que es de gran honor y provecho para vuestra tierra. Os aconsejo que si él lo quisiera, que se la concedierais; pues tal es el conde de Barcelona, el mejor caballero, y el más excelente y del más alto linaje del mundo.
“Estas palabras gozaron del acuerdo de todos los barones, y tuvieron por bueno lo dicho por don Guillermo Ramón, senescal, y le pidieron que él fuera el mensajero y negociador de tal cuestión, y que debía ir al conde de Barcelona, que estaba en Lérida, que había conquistado hacía poco. Y sobre ello don Guillermo Ramón se dispuso muy honradamente, cabalgó y se dirigió a Lérida, y subió al castillo donde se encontraba el conde; y cuando estuvo a la puerta, los porteros fueron al conde y le dijeron:
“-Señor, don Guillermo Ramón, senescal, se encuentra en la puerta con muchos caballeros de Aragón y desea hablar con vos.
“Cuando el conde entendió que don Guillermo Ramón había venido, se maravilló bastante y ordenó que se le dejara entrar. Y los porteros y otros caballeros lo recibieron y se mantuvieron expectantes ante el conde. Y el conde lo recibió muy receloso y le preguntó por qué hecho había retornado ante él.
“-Señor –dijo don Guillermo Ramón- yo era venido ante vos como el que cela lo que os corresponde por vuestro provecho y honor, y en otro trance no acudiría sino implorando merced. Señor, los ricos hombres de Aragón me han enviado a vos porque os consideran el más honrado conde, el más excelente del mundo y quien con más celo ha conquistado; y os presentan el reino de Aragón y que toméis la doncella por mujer, de quien es el reino; y todos ellos os ruegan que seáis su señor y su rey.
“-Ciertamente –dijo el conde- aquí se ofrece gran presente, que no se ha de rechazar. Y yo –dijo el conde- recibo la doncella y el reino de tal manera: que mientras viva no quiero ser llamado rey; que yo soy ahora uno de los mejores condes del mundo, y si fuera llamado rey, no sería en absoluto de los mayores.
“-Señor –dijo don Guillermo Ramón- todo sea como vos queráis y pensemos en formalizar el acto.
“Sobre ello las cartas se hicieron y los juramentos por ambas partes. Y el conde cabalgó con gran caballería, y entró en Aragón y tomó la mujer por esposa; y le entregó todo el reino. Y esta mujer tuvo un hijo que se llamó don Alfonso, que después del conde fue rey de Aragón y conde de Barcelona, y otro hijo que fue don Sancho, conde del Rosellón y padre de don Nuño.”
Bernat DESCLOT, Crònica o Llibre del rei en Pere d´Aragó e dels seus antecessors passats, C. I y III, pp. 44 y 48-49, Barcelona, 1981.
Versión al castellano de Víctor Manuel Galán Tendero.