CRÓNICAS ASIÁTICAS. REBELIONES TURCAS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
La Turquía contemporánea, que abarca el área de Estambul y la de Anatolia, es heredera del muchísimo más dilatado Imperio Otomano, que tanto pavor infundiera en la Cristiandad. Algunos imaginaron que sus guerreros asolarían la mismísima Roma, sometiendo al Papa a vejaciones indecibles.
En el siglo XVII el coloso turco se tambaleó. A los golpes de sus adversarios europeos y asiáticos se añadieron las rebeliones de sus gentes, hartas de soportar la severa autoridad de los sultanes y las ocurrencias de sus grandes visires. La insurrección incendió Anatolia y Estambul, el núcleo turco de comienzos del siglo XXI.
En la batalla de Meszö-Keresztes los mosqueteros austriacos quebrantaron a las tropas otomanas. Enojado, el gran visir Cigalazade Sinán bajá privó de sus estipendios a los caballeros derrotados, acusados de cobardía, que no dudaron en unirse al rebelde de Anatolia Kara Yaziji en 1596. Se le intentó aplacar ofreciéndole la gobernación del territorio, pero respondió con atroces saqueos, que llenaron los caminos de refugiados prestos a acogerse a la protección de las murallas de Estambul.
Su muerte en 1602 no calmó los ánimos, y cogió el relevo su hermano, llamado el Loco. Asedió Ankara y atacó la Anatolia Oriental. La inestabilidad alcanzó la siria Alepo mientras los persas maniobraban contra los otomanos. Tampoco sirvió de nada hacerlo gobernador de Bosnia, y las incursiones devastadoras prosiguieron.
Fue el gran visir Kuyuku Murat bajá el que domeñó la situación. Derrotó a los rebeldes celalis anatolios combinando indultos y ejecuciones, bien provisto de suministros egipcios y triunfante de Alepo al Taurus. En 1610 cantó victoria. La Mezquita Azul de Estambul conmemora su triunfo.
A mediados del XVII, en consonancia con lo que sucedía en otros imperios y reinos del mundo, la rebelión conmovió al poder otomano, en la propia capital de Estambul: un gigante urbano de cerca de 700.000 habitantes. Desde 1645 la guerra contra Venecia perturbó su abastecimiento, enturbiando sobremanera la situación el proceder del sultán Ibrahim el Loco. En Anatolia el estado de disidencia parecía endémico.
En agosto de 1648 la tropa de élite de los jenízaros, cansada de los impagos, acabó con él. Se proclamó a su hijo de siete años sultán con el nombre de Mehmet IV. La inestabilidad fue moneda corriente durante varios años.
La pugna con los venecianos no cambiaba de suerte, agudizando los problemas económicos. Los mercaderes de Estambul se lanzaron a la revuelta en agosto de 1651 con grandes bríos. En marzo de 1656 llegó el turno de los soldados procedentes de Creta, cargados de reclamaciones salariales y resentimiento. Todo parecía a punto de hundirse, pero la enérgica acción del gran visir Mohamed Köprülü bajá (de origen albanés) salvó lo que se antojaba insalvable.
La Turquía contemporánea, como vemos, acumula una notable herencia de protesta social, intervención militar, políticos despiadados y giros complejos.