COLONIALISMO JAPONÉS. Por Mijail Vernadsky.

09.02.2016 10:15

                

                En 1872 la población del Japón era de 33.110.800 habitantes y en 1930 alcanzó los 64.450.000. Este notable crecimiento demográfico coincidió con la transformación a todos los niveles del imperio, convertido a fines del siglo XIX en una agresiva potencia dispuesta a entrar en el ruedo imperialista.

                Los japoneses también adujeron razones poblaciones en la justificación de su expansión, aunque no siempre su colonización respondió al intento de aliviar la presión demográfica y disipar la tensión social en varias áreas. Los colonizadores serían, pues, los guardas imperiales en las fronteras.

                En 1873 el imperio japonés tomó completamente la isla de Hokkaido, antes que la Rusia zarista se hiciera con su dominio, y la abrió a la colonización. Se ofrecieron tierras y en veinticinco años su población nipona pasó de 168.000 a 786.000 personas, desde samuráis a labriegos. La población originaria ainu padeció una fuerte discriminación a todos los niveles. El medio natural también se vio alterado por la colonización.

                

                Los japoneses también pusieron sus ojos en la vecina península de Corea, disputada también a los rusos con éxito. En 1920 a la sometida tierra coreana se habían trasladado 348.000 nipones.

                China, en medio de una fuerte crisis política, estuvo asimismo en el punto de mira de los expansionistas japoneses. La convulsa república china se mostraba incapaz de ejercer su autoridad sobre Manchuria y la Mongolia Interior, con apenas diez millones de habitantes, muchos de ellos chinos. En 1915 el ministro de defensa, y posteriormente de exteriores, japonés Ugaki Kazushige defendió su incorporación al imperio del sol naciente por la incapacidad de China para gobernarlas.

                Las prolongadas guerras mermaron la capacidad colonizadora japonesa, que quedaría completamente desarbolada tras la derrota en la II Guerra Mundial.