CIFRAS CON HISTORIA. Los problemas del comercio entre Castilla y Portugal en tiempos de Cervantes.

15.01.2015 06:52

                

                Entre los distintos reinos hispánicos existieron desde la Edad Media lugares de paso obligado en el que los viajeros y los comerciantes debían pagar una serie de impuestos a los reyes. Eran los llamados puertos secos. Los hubo entre las Coronas de Aragón y Castilla y entre ésta y Portugal.

                El propósito de los puertos secos era recaudatorio, dada la gran cantidad de riqueza que pasaba a diario por ellos, pero también protector de la economía y la seguridad del propio reino. En Castilla Enrique III y su hijo Juan II tomaron medidas al respecto para evitar la salida de metales preciosos, víveres, armas y caballos hacia otros reinos. El frecuente contrabando convirtió muchas veces en papel mojado semejantes disposiciones.

                Los puertos secos no pasaron a la Historia con la unidad de los distintos reinos peninsulares bajo los mismos monarcas. En 1580 Felipe II logró coronarse rey de Portugal, que conservó sus propias instituciones y leyes.

                Las relaciones humanas y económicas entre Portugal y Castilla eran muy activas en aquel tiempo, y los puertos secos atestiguan la fortaleza del movimiento. En tiempos de Cervantes no pocos artesanos y comerciantes castellanos se quejaron de la competencia de los portugueses, a veces tachados de marranos o judaizantes.

                Su vigor se comprueba en estas cifras:

Año                                       Cantidad recaudada (en ducados)          Índice

1598                                      101.146                                               100

1599                                        68.343                                                  67

1600                                      126.070                                               124

1601                                      159.497                                               157

1602                                      138.300                                               136

1603                                      121.648                                               120

1604                                      121.407                                               120

1605                                      101.589                                               100

1606                                        88.492                                                  87

                FUENTE: Relación sacada de la Escribanía Mayor de Rentas y de Garcipérez de Baraez de lo que han valido los Puertos Secos de Castilla para Portugal, quitados costas y salarios, Biblioteca Nacional, Madrid.

                A título de comparación hemos de decir que un municipio castellano medio como el de Requena ingresaba por aquella época un promedio de 1.100 ducados al año. El presupuesto nominal de la imperial monarquía española estuvo cercano a los diez millones en sus mejores momentos. No estamos, pues, ante cantidades modestas.

                A finales del siglo XVI la crisis ya comenzó a morder las Españas, aunque hasta 1601 parecía haber fundados motivos para la esperanza. Las cosas empezaron a torcerse en aquel año.

                Muy vinculada al mundo colonial, la economía portuguesa dependía mucho de sus naves de Indias, especialmente de las Orientales. La hostilidad neerlandesa contra la Monarquía hispánica le resultó muy lesiva, llegándose a cuantificar las pérdidas a manos de los corsarios en unos 800.000 ducados. Una menor cantidad de productos entraron en Portugal con destino a Castilla en consecuencia.

                Al menos en 1604 se había concertado la paz con Inglaterra, otro de los grandes rivales atlánticos, pero la entrada de los paños ingleses a través de Portugal perjudicó severamente a la pañería castellana, uno de cuyos mercados era el portugués precisamente. Se estimó la pérdida en más de 2.600 ducados anuales en los puertos secos.

                Otras decisiones políticas habían resultado igualmente perjudiciales para el comercio entre los dos reinos. Las alteraciones de la moneda de vellón para conseguir mayores medios de pago equivalieron a un descenso medio anual de unos 5.300 ducados.

                Tampoco resultó muy provechoso el sistema de comercializar la valiosa pimienta del Oriente portugués. Se impuso su estanco o venta en régimen de monopolio a favor del rey, encargándose una compañía de financieros de su gestión, que podían hacer y deshacer en realidad a su voluntad en un sector valorado en unos 32.000 ducados al año, animando bajo cuerda todo género de fraudes.

                Los problemas de organización y de gestión complicaron sobremanera los políticos, contribuyendo a agriar las relaciones entre castellanos y portugueses hasta llegar al fatídico 1640.

                Víctor Manuel Galán Tendero.